Opinión

Oda a la impostura

Hace demasiado tiempo que la actividad política se ha convertido en un juego de engaños y vanidades en el que sus protagonistas están mucho más pendientes de su propia capacidad de supervivencia que de la necesaria obligación de servir al ciudadano al que representan en cada una de las instituciones en las que intervienen. Hace tiempo que la vocación de servicio y la humildad necesaria han dejado paso a un constante y continuo diputar en el restringido ámbito doméstico como si a los electores les importara mucho cómo se resuelven las batallas internas y quién o quiénes son aquellos que ganan o pierden las batallas. La permanente disputa en los órganos directivos de cada formación, la pelea interna por sus controles, el enfrentamiento constante de corrientes a menudo opuestas y en definitiva la ambición personal han cegado los verdaderos objetivos a los que los partidos deben aspirar en democracia.

Y como una cosa es predicar y otra dar trigo hasta en Podemos se han olvidado de la misión primordial y andan inmersos en una crisis de estilo que ha aparcado toda actividad exterior para centrarse en la disputa entre partidarios de Iglesias y de Errejón que se ha sustanciado como en ningún sitio en la comunidad de Madrid donde el oficialista Ramón Espinar le ha ganado a Rita Maestre el primer asalto aunque los díscolos han prometido no estarse quietos y no se van conformar con esta derrota. En el PSOE no hace falta comentar la vorágine interior en la que el partido está instalado mientras el PP se desempeña con una relativa calma porque los triunfos electorales son bálsamos que todo lo duermen o todo lo aplacan hasta que produce un traspié y se va al diablo la calma. 


Sin embargo, el colmo de la impostura en materia política la han puesto en evidencia este fin de semana los nacionalistas catalanes echados a la calle para manifestarse contra una situación no bien definida que en cada periódico ha recibido una denominación diferente. Lo único comprensible de este juego de idiotas es que nadie se manifiesta ostentando el poder y copando el dominio de todas las instituciones, y eso es lo que ostentan en Cataluña los partidos y los personajes manifestados. Conclusión. O son unos ineptos o unos mentirosos. O las dos cosas a la vez que todo cabe.

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