Opinión

Perfiles políticos

Feijóo es un personaje hermético, seguro de sí mismo y poco aficionado a la algarada

Sospecho que para hacer lo que hizo en su momento Pedro Sánchez hay que ser Pedro Sánchez. Es decir, hay que ser un sujeto que no se altera, que no se entrega, que no siente apego por nadie ni por nada, que no experimenta emociones, que no tiene amores ni se conmueve. Ni ríe ni llora.

Solo así uno puede superar la situación a la que se enfrentó hace unos años cuando la cúpula de su propio partido lo tiró por una ventana. Sánchez aterrizó en el santo suelo de la calle Ferraz que no es precisamente aterrizar en blando, se palpó para comprobar cuántos huesos se había roto, se sacudió el polvo y se subió a un autobús para iniciar la operación política que le llevaría a reconquistar el partido.

No le tembló el pulso, no le sudó la mano. Se cargó a todos los que demandaron su cese y degolló a aquellos que, a su juicio, le habían traicionado. Un año después entraba en Moncloa con una sonrisa gatuna y el gesto tan apretado como las tuercas de un submarino, mientras muchos de sus antiguos compañeros hacían las maletas para no volver jamás.

Ahí sigue y mucho tiempo más seguirá en el sitio si los responsables del primer partido de la oposición le producen un escenario político tan apropiado y amable como el que le  han construido Casado y Egea. Con semejantes oponentes a Sánchez no le hace falta ni Tezanos.

He mantenido con Alberto Núñez Feijoo una relación escasa, amable y protocolaria pero en ningún caso próxima, así que no sé de su perfil emocional más allá de lo que muchos compañeros de profesión que le han tratado con más proximidad, han tenido la bondad de contarme. Sé por tanto que es un personaje hermético, seguro de sí mismo, introvertido y muy poco aficionado a la algarada. Es serio, honesto y se siente más cómodo en el silencio que en la palabra. Solo pronuncia las justas y solo cuando son absolutamente necesarias.

Todos los augurios que se manejan en estos momentos parecen predecir que ha llegado su hora y cada vez son los de su partido que esperan ansiosos la fumata blanca. Que el gallego tome el avión en Lavacoya y se plante en Madrid donde ya esperan las palmas y los ramos de olivo para darle la bienvenida y atornillar donde anida a suponer de la mayor parte de las familias populares la única esperanza de salvar el veterano partido. Y que se ponga de acuerdo con Isabel Díaz Ayuso como paso previo a refundarlo.

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