Opinión

Una en la carretera

Lo que prepara Yolanda Díaz es su propia campaña para aspirar a la presidencia del Gobierno

En este ámbito creado por la profunda crisis del Partido Popular que ha desembocado en la defenestración de su pareja cabecera y la práctica refundación del partido, todo lo demás ha perdido presencia y a todos –incluyendo los medios de comunicación- la actualidad política parece importarles un pito salvo lo que se cueza entre las moquetas de la calle Génova. De hecho, estamos asistiendo a una invasión que Putin recrea y reproduce en Ucrania la famosa crisis de los Sudetes que dio paso a la II Guerra Mundial y estamos todos tan tranquilos.

Sin embargo, en este convulso escenario han saltado al asfalto como liebres agazapadas en la cuneta, dos cuestiones capaces de llamar la atención cuyo contenido hubiera suscitado un mejor tratamiento si lo de Casado y Egea no se lo hubiera engullido todo. El presidente Pedro Sánchez ha prometido solemnemente en el Hemiciclo que no habrá adelanto electoral, y la vicepresidenta Yolanda Díaz ha anunciado que se va de gira. El primero de los anuncios es materia de inestable contenido porque a Sánchez le da igual adquirir un compromiso. Los compromisos se establecen para romperlos y él ha roto unos cuantos. Muchos diría yo, con lo fatigoso que resulta citarlos uno por uno.

La segunda historieta tiene más miga porque ese periplo de meses que Yolanda Díaz va a llevar a cabo por todo el territorio nacional –de norte a sur, de este a oeste, como ella misma dice- escuchando las voces de todos los colectivos y visitándolos en sus propios domicilios trasluce mucha más cera de la que arde. Usando los presupuestos del Estado y gastando de los fondos de los departamentos de su competencia, Díaz se implica en una gira que va a durar meses como parte de un macro proyecto que ella pretende desarrollar para dar voz a los colectivos que no la tienen según lo presenta. No es muy descabellado pensar que lo que prepara Yolanda Díaz es su propia campaña política, la que servirá para auscultar el terreno y calibrar cuáles son sus verdaderas posibilidades de aspirar a la presidencia del Gobierno. Todo, sin que le cueste un duro porque la infraestructura de este tour de alcance y largo recorrido lo paga el contribuyente.

Aquí el que no corre vuela y la crisis popular ha dado banderazo de salida. Entramos en un nuevo ciclo, pero no solo en Génova.

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