Opinión

A vueltas con la filosofía

Nadie en su sano juicio puede comparar filosofía con buen comportamiento

La última humorada gubernamental ha consistido en considerar la Filosofía como materia prescindible en los planes de estudios, enganchando la materia al vagón de cola de una etérea e insustancial disciplina denominada Valores cuya única finalidad aparente consistiría en fomentar la especie de que “to er mundo es gueno” a la usanza de Manolo Summers. El permanente empecinamiento del Gobierno por modificar los carriles de la Historia, tratar de rescribirla o al menos edulcorar sus tendencias, le ha obligado a esfuerzos absolutamente inhumanos que con frecuencia se han mostrado estériles e incluso nocivos, porque han maquillado las verdades para disimular lo que era desagradable, poco edificante, poco grato de explicar o directamente malo o muy malo. El resultado es una realidad adulterada que es tan falsa como imposible de catalogar.

Nadie en su sano juicio tiene la ocurrencia de equiparar la filosofía con el buen comportamiento y la rectitud de procederes (nadie salvo unos legisladores absurdos). Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua en su entrada mas explícita, Filosofía es “el conjunto de saberes que busca establecer, de manera racional, los principios generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano”, pero en ninguna de las especificidades que figuran en el tratamiento que la RAE otorga al concepto se explica que obligatoriamente solo se estudien y se desarrollen los sentimientos nobles. La Filosofía trata de entender el sentido del obrar humano pero nadie dice que el obrar sea obligatoriamente decente. Normalmente y de forma generalizada, es todo lo contrario.

Muchas comunidades autónomas han decidió prescindir de esos planes ministeriales y seguir dando la asignatura de Filosofía  en paquetes independientes de la novedosa asignatura de Valores cuyos contenidos parecen contar historias de hadas madrinas y gnomos biempensantes. El colectivo de profesores de Filosofía sigue sin explicarse a qué obedece un comportamiento como el que se ha producido. Y los que seguimos asomados a la realidad tampoco nos lo explicamos. Más aún si tenemos en cuenta que no existen razones ni objetivas ni urgentes para operar tal cambio. Lo de las cortinas de humo ya pasa de castaño oscuro. Me estoy oliendo que la próxima ordenanza es que el fútbol se juegue con aletas de buceo. 

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