Opinión

SAN MARTÍN, OTOÑO Y OURENSE

El mes de 'Santos' está marcado por realidades particularmente significativas, como se nos recordaba desde aquí el pasado domingo. Comienza con la solemnidad de todos los Santos, que nos invita a pensar en la felicidad eterna. Mirando al cielo con los pies en la tierra, caminando sin tregua y manteniendo la alegría.


Le sigue el día 2, la conmemoración anual de todos los difuntos. Aunque nos quieren meter el Halloween como sustitutivo de nuestra cultura y fe. La Iglesia, que es madre, invita no al miedo ni al carnaval con los muertos, sino a la oración serena por los que nos han precedido en la fe y esperan la felicidad plena. La visita a los cementerios integra también elementos no cristianos, pero es para los que creemos en Jesucristo, recuerdo orante y signo de Comunión espiritual entre los que peregrinamos y los difuntos. Pero éstos no yacen en la sombra, oscuridad u olvido, 'en ninguna parte', sino que la Iglesia de la tierra les recuerda en cada Eucaristía y la del cielo intercede por ellos.


Estas dos fechas son cada año también una invitación sabia a considerar las últimas realidades de la vida humana, a meditar '¡cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando!'. Quienes nos recuerdan esto, no son profetas de luto y tristeza ni residuo de un pasado lamentable que conviene olvidar, para ser felices y plenamente libres.


Si somos sinceros, hemos de reconocer que el hombre posmoderno busca falsos argumentos para responder a la pregunta por la muerte y procura 'maquillarla' con múltiples medios y ritos seculares. Pero la verdad es que en Francia un 80% de la gente pide el entierro por la Iglesia católica y esto lo hacen incluso personas no creyentes. La farándula, el carnaval y la frivolización de la muerte en centroeuropa no ha tenido éxito. Deberían pensarlo algunos ideólogos de tales corrientes de nuestra tierra, que en el fondo reducen la cultura funeraria al consumismo y lucro. Pero esconden la muerte, porque le tienen miedo.


Junto a las costumbres y vivencias apuntadas, se encuentra la estación otoñal con sus frutos, su paisaje ocreamarillento, sus lluvias, la caída de las hojas y productos propios: las castañas, los 'cogomelos', los membrillos, verduras y demás frutos. Nos preparamos para el invierno.


El 'veranillo de San Martín' nos invita a recordar al santo venido de Panonia, soldado forzado, catecúmeno adelantado, cristiano fervoroso, monje y obispo. Es copatrón de la diócesis de Ourense y de la catedral. Es el santo que compartió su capa con Cristo, pacificador y predicador incansable de la fe cristiana, venerado por nuestras gentes. La Eucaristía de la catedral, presidida por el obispo y concelebrada por el Cabildo, marca la cumbre litúrgica y religiosa de este día. Los magostos lo completan. Así cultura y fe se entrelazan en armonía.

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