Opinión

EL VATICANO II Y LA LITURGIA

Estamos celebrando el 50 aniversario del Concilio Vaticano II. Para la Iglesia del siglo XX, ha sido sin duda el acontecimiento fundamental. La abrió a la íntegra realidad humana y religiosa. Facilitó mucho el que la Iglesia se planteara los grandes interrogantes humanos y pastorales contemporáneos, para poder responder a ellos. El Concilio comenzó por abordar el tema de la Liturgia, sin duda porque era el mejor preparado hasta aquel momento y porque Juan XXIII pensaba que no plantearía grandes discusiones.


En un principio la asamblea conciliar se pensaba que fuese poco menos que monográfica sobre la Liturgia. Una vez los padres conciliares en el aula se vio la necesidad de ampliar el arco de problemas que, fallecido el beato Juan XIII impulsó su sucesor Pablo VI que, significativamente publicó su primera encíclica el seis de agosto de 1964 sobre el diálogo 'Ecclesiam suam'.


La Liturgia, sobre todo como fuente y cenit de la vida cristiana de todo el pueblo de Dios, venía siendo cultivada con sesenta años de anticipación al Concilio, por papas, ilustres liturgistas, monasterios benedictinos y comunidades vivas en Bélgica, Alemania, Austria, Francia y más tarde Italia y España.


Los nombres de S. Pío X, Pío XII, Juan XXIII y Pablo VI quedarán para siempre unidos al movimiento litúrgico y a la reforma-renovación litúrgica más amplia de todos los tiempos. Por lo que al movimiento litúrgico europeo y previo a Concilio se refiere, hemos de recordar los nombres de insignes liturgistas, maestros de la ciencia y de la vida litúrgica que culminó en la Constitución de Liturgia, la 'Sacrosanctum Concilium'. Comencemos por Próspero Guéranger, abad de Solesmes (Francia); Lamberto Beauduin, monje de Mont-César (Lovaina); Romano Guardini, sacerdote secular (Alemania); Odo Casel, monje del monasterio de Maria Laach (Alemania); Pío Parsch, canónigo regular de S. Agustín en Klosterneubourg (Austria); Cipriano Bagaggini, benedictino y camaldulense (Italia); el Beato Ildefonso Schuster, cardenal (Italia).


Estos ilustres personajes de Iglesia han sentado las bases de la Liturgia como la primera e imprescindible fuente del 'espíritu cristiano', como la teología sobre los misterios de Cristo, actuada y profesada en la celebración litúrgica y como la acción pastoral encaminada a que todo el pueblo de Dios 'participe' (he aquí la gran palabra del movimiento litúrgico) en los misterios que comunican la vida de Dios. Para llevar a cabo esto, los próceres del movimeiento litúrgico estudiaron la historia de los ritos a lo largo de los siglos, profundizaron en el sentido y significado teológico y espiritual de los ritos (signos y palabras), explicaron minuciosa y sencillamente los símbolos y palabras y ayudaron a que todos los fieles entendieran y participaran dignamente en las celebraciones.


Quedaban superadas las concepciones de la Liturgia sólo como 'rúbricas' (lo que debe hacerse sin cambiar nada) o como una realidad sólo de tipo jurídico (lo que hay que hacer tal como prescriben las normas de la Iglesia). La Liturgia en todos su campo (Año litúrgico, celebración de los sacramentos, Liturgia de las horas, sacramentales) es la fuente primera y necesaria en la que se recibe el espíritu y la vida cristiana.

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