Opinión

Los hombres no lloran

Además de no ser verdad hay muchas formas de hacerlo. O en asumir que si las lágrimas afloran puede ser a causa de nuestras propias acciones. Lloró con lágrimas el de Iker Casillas, a pesar de que las penas con pan son menos, tras una salida de las que van siendo habituales en el Real Madrid. Lloro interno el de Alexis Tsipras, tras sufrir el castigo -penas con pan a largo plazo- por su intento de desacato a las tropas de la káiser. Artur Mas, presidente de la Generalitat, gimotea por ir en la lista ciudadana sin políticos porque ve que la revolución puede devorar a su padre, y rabia en los ojos de Peña Nieto, presidente de México, porque se le acaba de escapar un jefe narco. Hay que acostumbrarse a tragarse las lágrimas, como si fueran sapos.

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