El descubrimiento de importantísimos yacimientos de ricos minerales en Afganistán sería una buena noticia para el país sino fuera una nueva fuente de problemas. Porque es mejor ser pobre y saberlo, saber que el país es un erial y más que lo están dejando, que ser rico y saberlo y no poder disfrutarlo. Y además se volvería a repetir el círculo vicioso que comienza en la pobreza y acaba en la pobreza pasando por las estaciones de la corrupción y los manejos de las grandes compañías mineras que dejan las migajas sobre el terreno. Al país centroasiático sólo le falta padecer una fiebre del oro superpuesta a la guerra contra el talibán.
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