Opinión

Pues a la salud del muerto

Una difunta de Vigo se hizo viral en las redes sociales a principios de septiembre porque a través de su esquela invitó a "amigos y conocidos a un acto alegre de despedida" en el tanatorio Vigomemorial en el que "en su recuerdo" tomaron "vino y tortilla". En lugar de flores también pedía que el importe fuese donado a una ONG. Una lección de vida desde la muerte. 

Un hombre fallecido en A Coruña hace tres días también decidió utilizar el mismo servicio de avisos en la prensa para organizar una "quedada" el próximo sábado en la cervecería de Estrella Galicia en Cuatro Caminos, un templo para los amantes de la rubia en el que se tiran más de 1,5 millones de cañas al año sin que ningún otro garito de todo el Estado consiga igualar sus cifras. Un buen sitio para correrse una juerga a la salud del muerto. 

Hace unos años, este chófer de anécdotas tuvo que acudir al tanatorio vigués de Pereiró a dar el pésame a unos buenos amigos. Como había sido el primero en llegar y la sala en la que se encontraba el fallecido permanecía cerrada, los que aparecieron a continuación trasladaron sus condolencias a la persona equivocada sin ser capaz de sacarlos del error. Pasado el mediodía se dejaron ver los verdaderos deudos. Y lo hicieron para comunicar que esa misma tarde habían organizado un concierto para homenajear al familiar como se merecía. Algunos de los presentes se sorprendieron por la frivolidad en un momento tan doloroso, aunque cada uno es libre de afrontar el trance y la pena como mejor le parezca. 

Son casos que ahora leemos con cierta sorpresa o admiración, pero nos devuelven a un pasado no tan lejano, cuando los difuntos se velaban en casa durante el día y la noche en vez de en las impersonales salas de los tanatorios actuales. Porque hace no mucho los muertos "se disfrutaban" literalmente hasta que el cajón entraba en el nicho. El finado dejaba la pasta para que la familia costease el velatorio y, como no existían tantas facilidades para que el personal se trasladase en el mismo día a presentar sus respetos a la familia, a la peña se le daba de comer y de beber hasta que casi todo el mundo acababa tajado, cantando y bailando al lado del muerto. En algunos casos, alumbrados por el aguardiente, las oraciones se cambiaban por viejos reproches y se organizaba una gresca fenomenal que daba para que durante mucho tiempo el muerto y su velatorio permaneciese en el recuerdo de todos. 

Te puede interesar