Ourense se prepara a ciegas para la activación de la Zona de Bajas Emisiones en dos semanas

El próximo viernes 26 de diciembre, Ourense amanecerá siendo una ciudad distinta, aunque la inmensa mayoría de sus vecinos aún no sepan exactamente por qué ni cómo. Ese día entra en vigor la Ordenanza de la Zona de Bajas Emisiones (ZBE), un imperativo legal que dibuja una línea roja alrededor del corazón de la ciudad para expulsar a los vehículos más contaminantes. Sin embargo, lo que debería ser un hito en la movilidad sostenible llega envuelto en confusión, debido a que el gobierno de Gonzalo Pérez Jácome ha optado por activar la medida envuelta en oscurantismo, dejando a miles de conductores inmersos en un “sinvivir” de dudas y gestiones pendientes a escasos días de su implantación.

La falta de pedagogía municipal contrasta con la magnitud del cambio físico y administrativo que se avecina. No se trata solo de restringir el paso a los coches sin etiqueta, sino de una reordenación total del tablero de juego urbano que incluye la eliminación definitiva de la ORA (zona azul) a partir del 1 de enero y la peatonalización irreversible de arterias clave del centro. Todo ello, gestionado a golpe de Boletín Oficial y sin una oficina de atención clara -el pasado puente festivo pudieron verse algunas carpas informativas en zonas como el Paseo- para una población envejecida que se enfrenta ahora a la obligación de tramitar permisos contrarreloj.

La nueva muralla

Desde el día 26, el perímetro delimitado por las calles Habana, Emilia Pardo Bazán, Pena Trevinca, Coruña, Progreso y la Plaza de Concepción Arenal se convierte en territorio restringido. Circular por estas calles frontera seguirá siendo libre; lo prohibido para los coches sin distintivo ambiental (gasolina anteriores al 2000 y diésel anteriores al 2006) será cruzar hacia el interior de esa almendra central.

El cambio que más notarán los ourensanos en plena Navidad será la peatonalización de muchas calles, al margen de la ZBE, pero que se implantará al mismo tiempo. La nueva ordenanza de tráfico, modificada en paralelo a la ZBE, elimina el tráfico rodado en viales hasta ahora compartidos. Así, pasan a ser oficialmente peatonales desde el 26 de diciembre la calle Concordia, San Francisco, Arturo Pérez Serantes, Xoaquín Lorenzo “Xocas”, Teluro, y los tramos iniciales de la Avenida de Buenos Aires (hasta Bedoya) y de Bedoya (hasta Ramón Cabanillas). En estas vías, el coche pierde su hegemonía y el acceso queda blindado salvo para garajes y servicios comerciales.

Multas no (de momento)

Ante la evidente falta de preparación ciudadana, la normativa establece un calendario de implantación a dos velocidades. La ordenanza entra en vigor el 26 de diciembre y las cámaras de lectura de matrículas comenzarán a registrar accesos. Sin embargo, se abre una “fase informativa” de seis meses, por lo que las multas económicas no se activarán hasta el 1 de julio de 2026.

Durante este semestre de gracia, el conductor infractor recibirá una notificación avisándole de su error, pero no tendrá que abonar los 200 euros de sanción. Además, para evitar el colapso del tráfico norte-sur en una ciudad con pocas alternativas, el Concello permite temporalmente la libre circulación por el eje que forman las calles Juan XXIII, Concejo y Curros Enríquez (hasta el cruce con la Habana). Estas arterias no se cerrarán a los coches sin etiqueta hasta la “Fase 2”, programada para el 1 de enero de 2029.

El fin de los parquímetros

La tercera pieza de esta revolución llega el día de Año Nuevo. La ordenanza deroga el servicio de estacionamiento regulado con efectos del 1 de enero de 2026, suprimiendo la ORA definitivamente. Los parquímetros dejarán de funcionar y aparcar en superficie en el centro dejará de ser de pago. El gobierno local justifica la medida para evitar el “tráfico de agitación” (coches dando vueltas buscando sitio), pero la realidad inmediata amenaza con convertir las plazas gratuitas del centro en bienes escasos, sin rotación forzosa, dentro de un perímetro cada vez más difícil de acceder.