La otra cara del fuego: cientos de colmenas fueron arrasadas

A razón de la oleada de incendios, hay un sector que está al límite y que ha quedado opacado por los daños en viviendas y zonas forestales. Se trata del sector apícola, que registra unas pérdidas catastróficas de colmenares y enjambres en toda la provincia de Ourense, ante lo cual la Xunta ha anunciado la puesta a disposición de los apicultores de tierras gratuitas del Banco de Terras para poder darle continuidad a su actividad.

Se trata de daños a recuperar entre mediano y largo plazo, dadas las características de los ciclos productivos de las abejas y su dependencia estricta de robledales, brezales y colonias de castiñeiros. Según Alberto Vidal, miembro de la directiva de Abellas Nais, el grueso del daño se focaliza en Oímbra, Pobra de Trives, Trasmiras, A Mezquita y Cualedro, con afectaciones en la alta montaña como es el caso de Manzaneda, Maceda y Chandrexa de Queixa.

Según el experto, aunque menores, se observan daños en las cercanías de la ciudad de Ourense, concretamente en Seixalbo, donde un apicultor perdió 60 colmenares durante el incendio que asoló esa localidad el pasado 12 de agosto.

Según diversas fuentes consultadas, principalmente afectados por el siniestro, las pérdidas ascienden a cientos de colmenares en toda la demarcación provincial. Diego Alonso, apicultor socio ecológico de Abellas Nais perdió 14 colmenas y tres enjambres en Maceda, con un perjuicio económico de aproximadamente 4.000 euros, teniendo en cuenta que cada colmena está valorada en unos 200 euros. Alonso, a razón de su intercambio colaborativo con otros productores de miel, asevera que se registran daños considerables repartidos entre San Tirso, Escuadro, Castro y A Teixeira.

Ourense, desde tiempos del Medievo, fue una potencia apícola notable en toda Galicia. La presencia de numerosos monasterios que se abastecían de miel como edulcorante, y de cera para las actividades del culto eclesiástico, condicionó un impulso considerable de este sector.

No es de extrañar que una práctica poderosamente arraigada en la tradición se haya convertido en un modo de vida y en un patrimonio inmaterial transmitido fundamentalmente de una generación a otra, pasando el oficio de “colmenero”, de padres a hijos. A José Antonio Pazos, apicultor de Souteliño, en Laza, se le quiebra la voz tras la pérdida de 150 colmenas en su empresa Aialma: “O que menos importa é o diñeiro, perdín a miña calidade de vida, a miña felicidade, todo”. Pazos, apodado Ñaka en la comarca, habla de una recuperación muy lenta, y de un futuro lleno de incertidumbre para los apiculturistas. “As axudas e as indemnizacións non cobren este desastre, a natureza fala noutros términos”, vuelve a enfatizar sobre la complejidad del desastre.

Rubén Fernández, que perdió un colmenar valorado en unos 2.000 euros en A Espasa, Chandrexa de Queixa, apunta ciertas peculiaridades sobre la producción de miel en la alta montaña: “Han quedado seriamente afectadas las áreas de pecoreo en un rango de uno a tres kilómetros a la redonda, pero la esperanza está posiblemente en los brezales, que tardarían sobre dos años y medio en regenerarse”, asevera el experto. Al ser consultado sobre un posible incremento en los precios de la miel y la cera, ha asegurado que “difícilmente habría una variación, dada la gran competencia de los mercados nacionales y extranjeros”.

Cesión de tierras gratis

El perito en apicultura Alberto Vidal afirma que una posible alternativa para enfrentar la encrucijada será el traslado de colmenas hacia zonas propicias. Precisamente para respaldar este proyecto de iniciativa, ayer la Consellería do Medio Rural de la Xunta de Galicia anunció el acceso gratuito de apicultores a parcelas del Banco de Terras para la reubicación de sus colmenas en predios que podrán solicitar en la Axencia Galega de Desenvolvemento Rural. Cada petición será evaluada tras la inspección de los daños causados en las zonas de desarrollo apícola.