Ourense no tempo | Balneario de Santa María de Castrelo de Miño
IMAXES, LEMBRAZAS
Ourense termal no es únicamente un slogan, es una auténtica realidad histórica. Nuestra provincia posee desde siempre una riqueza en aguas termales y de riqueza mineral de las más importantes de Europa y desde luego que debemos explotarlo como parte de nuestro gran patrimonio. Pero lo primero será conseguir que nosotros lo conozcamos. Expertos como la profesora Marita Souto hace tiempo que estudian y ponen en valor nuestras aguas termales pero es un trabajo muy extenso.
Hoy os voy a “presentar” un balneario que se cree existe desde la época de los romanos, pero del que se hace complicado encontrar información. Me consta que tuvo su público desde finales del siglo XIX y que, quizás por que su entorno “pedía a gritos” un embalse, tuvo que dejarse perder, “o casi”. Me refiero al balneario de Santa María de Castrelo de Miño. Hoy conocido como Termas de O Diestro
Es posible que sea demasiado pretencioso calificarlo de balneario, máxime si lo comparamos con las instalaciones a las que hoy en día estamos acostumbrados: piscinas, chorros, masajes, alojamiento, restauración, etc. Todo un lujo. Sin embargo, nuestros mayores y los suyos no pedían tanto, les bastaba con que algún medico de prestigio les recomendara tomar las aguas de tal o cual fuente para que ellos se lo tomaran en serio y así lo hicieran. Uno de los doctores que recomendaban su uso fue Nóvoa Santos…
Este balneario de Castrelo es un ejemplo de ello, ya que por mis datos nunca pasó de ser un conjunto de tres o cuatro barracones, dos principales que cubrían unas bañeras pétreas y alguno más en el que únicamente existía una surgencia de agua en la que los usuarios recogían la que brotaba y bebían según emergía. Una de las principales quejas era que terminado el baño tenían que salir de la barraca en ropas menores ¡¡hiciera frio o calor!! Me olvidaba contar que después de la inmersión en la bañera, lo suyo era sumergirse en el Miño, cosa que también es muy saludable.
La ubicación de las termas era un paraje espectacular y las surgencias, al margen de las aprovechadas, proliferaban por toda la pared rocosa de la orilla. Eso hacía incluso interesante la visita aunque no se fuera a aprovechar la riqueza termal. Para llegar existían dos opciones. La primera era la de acercarse por tierra desde Ribadavia, por cualquier medio, la existencia de un puente medieval lo facilitaba mientras duró, y el día que este desapareció, mientras se levantaba el nuevo, la mejor manera era el uso de barcas, que según cuentan resultaba un viaje de gran belleza.
El traslado diario no dejaba de convertirse en un engorro, pero las posibilidades de pernoctar eran escasas; los más afortunados podían alojarse en un enclave fantástico, pero sin comodidades, pues era realmente una taberna que acogía a dos o tres huéspedes por día. Eso sí, aumentando la fama de nuestra tierra de que somos de buen comer. La comida era de menú obligado, ¡pero que menú!: “caldo gallego, cocido con dos duros de jamón, una gallina, varias libras de vaca, chorizos enormes y botellones de vino”.
Balnearios franceses
Cuando más fama consiguió este área termal se llegó a comparar las propiedades de sus aguas con las de balnearios franceses del nivel de Cauterets y Luchón, quizás su análisis químico lo confirmara, pero… Se trata de aguas termales que manan a una temperatura entre 41 y 50 grados; en al menos cuatro puntos se trata de aguas “sulfuroso-clorurado- sódicas” y en otro el agua es ferruginosa, con su característico olor a huevos chocos.
De los pocos datos que tenemos se sabe que en 1919 la propiedad era de unos terratenientes ourensanos que tenían como encargada a una buena mujer llamada Teresa la cual ejercía de “bañera”; ella era quien cobraba ¡cuatro pesetas por la temporada y 1 por las aguas!, de las que la indiscreción del periodista llegó a averiguar que dos tercios de lo cobrado eran para el propietario y el otro tercio para Teresa (¡¡de la que ya se podían fiar porque si no!!). De todas maneras, con esos precios es posible que sí se pudieran comparar con las de Francia, o como mínimo con las de Molgas, pero en estas últimas las instalaciones eran infinitamente mejores.
Cuando en el 63 se aprobó la construcción del embalse se supo que eso conllevaba la pérdida de al menos tres zonas termales: Santa Eulalia, Barral y Santa María de Castrelo. En la actualidad -aunque el embalse desde el año 69 se encarga de ocultar toda la instalación- cuando se abren compuertas en la temporada seca se pueden ver e incluso utilizar las bañeras, porque la surgencia continúa activa. De hecho, me consta que concello de Castrelo y diputación de Ourense han realizado catas para intentar habilitarlas, aunque de momento sin éxito. Lo que se ha hecho es limpiar la zona y construir una pasarela de madera que facilita el acceso. Un dato que no he conseguido averiguar, es, por qué y desde cuándo se ha comenzado a denominar Termas de O Diestro. (No creo que tenga que ver con honrar al gran Castrelito, “diestro” oriundo de la zona, si no más bien con algún derecho de la iglesia sobre el terreno, pero habrá que averiguarlo).
Al margen de que vuestro interés sea por las virtudes de las aguas, también podéis aprovechar la visita para contemplar una hermosa iglesia que goza de una apasionante historia, que por desgracia no todos los ourensanos conocemos. Castro, Monasterio, Castillo, han sido con toda probabilidad construcciones que en el lugar hubo, y en cuanto a personajes, podemos encontrar desde reyes de Galicia, hasta nobles guerreros muy activos como Airas Pérez, sin olvidar a personajes como el arzobispo Diego Gelmírez o Doña Urraca, y en lo referente a tramas, desde asesinatos, hasta traiciones, pasando por apresamientos y huidas. Profundizar en la historia de Santa María de Castrelo que no os defraudará.
Patrimonio
Santa María de Melón, Bon Xesús de Trandeiras, Castelo de Maceda, San Salvador en Celanova, toda la Ribeira Sacra, Santa Comba, San Pedro….. La lista por fortuna es muy, muy larga, o lo que es lo mismo, tenemos un patrimonio en la provincia del que tenemos que estar muy orgullosos y quizás deberíamos preocuparnos de conservarlo un poco mejor, y en estos tiempos en los que parece que el turismo es uno de los principales motores de la economía intentar ¡rentabilizarlo!
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