Ourense soporta 150.000 viajes diarios en coche con 5.000 plazas de parquin

La ciudad se asoma al caos en materia de movilidad urbana. En apenas dos semanas, el próximo 26 de diciembre, entrará en vigor la nueva Zona de Bajas Emisiones (ZBE), una medida que restringirá el tráfico en el corazón de la urbe y que dibuja un escenario crítico para el tráfico en una ciudad en la que se producen más de 150.000 desplazamientos de vehículos al día. La supresión de plazas por las peatonalizaciones, unida a la falta de aparcamientos disuasorios y a una oferta privada escasa y cara, amenaza con saturar por completo las calles.

Lo más inmediato será la peatonalización de numerosas vías. La nueva normativa expulsa al coche de Concordia, San Francisco, Arturo Pérez Serantes, Xoaquín Lorenzo “Xocas”, Teluro y los inicios de la Avenida de Buenos Aires y Bedoya. En estas vías, el vehículo privado pierde su hegemonía y el paso quedará restringido exclusivamente a residentes con garaje y vehículos de carga y descarga. Además, desde el día de Año Nuevo elimina definitivamente el servicio de la ORA -la conocida como zona azul-: los parquímetros se apagarán y aparcar en superficie será gratuito. Aunque el gobierno local defiende la medida para reducir el “tráfico de agitación” -los coches que circulan buscando sitio-, la supresión del pago plantea un riesgo inmediato: sin rotación obligatoria, las casi 900 plazas con las que cuenta este servicio podrían quedar bloqueadas indefinidamente en un entorno cada vez más inaccesible.

La oferta escasea

La capacidad de los grandes estacionamientos del centro resulta insignificante frente a las necesidades reales de la ciudad. Además, la situación se ha agravado drásticamente tras el cierre, el pasado mes de julio, del parquin de la Plaza de San Antonio por orden judicial. Según el Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS), la ciudad cuenta con aproximadamente 5.000 plazas en casi una veintena de aparcamientos subterráneos. Si a esa cifra le restamos las plazas ocupadas por abonados, la oferta para aparcamiento por minutos se reduce a la mínima expresión, agravando la saturación de unos párquines que ya suelen estar completos en horas punta.

Para quienes necesiten aparcar por horas, la diferencia de tarifas dibuja dos ciudades distintas. Mientras la competencia en el entorno hospitalario ha logrado bajar los precios (0,75 euros la primera hora en el parquin de la Diputación y 1,10 euros en el de Saba), el centro es territorio “premium”. El parquin de la Alameda se corona como el más caro, cobrando 2,16 euros por la primera hora, seguido de cerca por los de Juan XXIII, Progreso y Concordia, que rondan los 1,80 euros.

El caos que se avecina no pilla por sorpresa a nadie. El propio PMUS cifra en 18.000 la cantidad de aparcamientos libres en superficie en la ciudad, una cifra insuficiente para el volumen de coches, y ya alertaba en 2019 de que las calles de los barrios se utilizan como “almacenes de coches” por la falta de garajes privados. Esta situación se puede visualizar a diario en los denominados “leira parks”, en los que las personas que acuden a trabajar o a gestionar trámites estacionan bajo la ley del “sálvese quien pueda”. El colapso es generalizado: desde la zona universitaria hasta el barrio de A Ponte. La misma presión sufren las calles de O Couto, donde encontrar sitio junto al estadio o en el acceso centro se ha vuelto misión imposible.

El documento también recogía una propuesta explícita de la Federación Limiar para crear una red de aparcamientos disuasorios en barrios como Mariñamansa, O Vinteún o Barrocás, aprovechando solares vacíos, que se ha quedado en el cajón de Urbanismo.