Cuba teme ser devastada por el huracán Melissa

La llegada inminente del huracán Melissa, Categoría 5 con vientos de hasta 270 km/h, pone a prueba la resiliencia de Cuba en su momento más vulnerable, marcado por el colapso económico provocado por la pésima administración política de Miguel Díaz Canel. El Instituto de Meteorología proyecta un impacto catastrófico en el sureste con inundaciones letales y deslizamientos de tierra.

El Estado Mayor de la Defensa Civil activó la Fase de Alarma en seis provincias orientales (Guantánamo, Santiago de Cuba, Holguín, Granma, Las Tunas y Camagüey), ordenando la evacuación de casi 650.000 personas. La población cumple con los protocolos, asegurando documentos personales, depósitos de agua, y reforzando sobre todo techos, a pesar del crónico déficit de materiales de construcción.

Ninguno de los huracanes que ha asolado a Cuba lo ha hecho en un contexto de depauperación tan crítica como el actual: antes de Melissa, Cuba ya enfrentaba un déficit de 1,710 megawatts, dejando a más del 53% del país con cortes de hasta 20 horas diarias debido a la obsolescencia y la falta crónica de combustible.

El sistema de salud carece de más del 70% del cuadro básico de medicamentos, es decir, 461 de 651 productos. Las inundaciones masivas y la falta de fármacos agravarían los brotes epidemiológicos (dengue, cólera) con una reducidísima capacidad de tratamiento.

A pesar de la ineptitud del actual gobierno, la Defensa Civil es una de las entidades que mejor funciona en el país caribeño, y más allá de las limitaciones, protege vidas humanas con notable celeridad y capacidad de gestión.

El huracán Melissa amenaza con reducir a meros despojos la ya maltrecha economía cubana, desencadenando lo que podría calificarse como “la crisis de la crisis”, centrada en la falta de alimentos y lo poco que queda de la infraestructura sanitaria.