El uso semanal de pantallas en niños aumenta a 11 horas

La Gasol Foundation presentó este lunes en Sant Boi de Llobregat los resultados del Estudio Longitudinal Pasos 2022-2025, con la presencia de Pau Gasol y la ministra de Sanidad, Mónica García. El trabajo, que siguió durante una media de 3,58 años a 701 menores de entre 8 y 16 años, mostró una evolución preocupante en los hábitos de salud infantil y adolescente en España. Se trató del primer estudio longitudinal que dio continuidad al análisis transversal realizado en 2019-2020, con el objetivo de entender mejor la evolución del bienestar físico y emocional de los menores.

Uno de los datos más alarmantes fue el aumento de 11,33 horas semanales en el uso de pantallas respecto al periodo inicial. Entre semana, el uso subió de 138 a 237 minutos diarios, y los fines de semana pasó de 254 a 346 minutos. Eso implicó que, al cabo del año, estos jóvenes dedicaron 25 días más exclusivamente al uso de pantallas. El cumplimiento de las recomendaciones de uso (máximo de 2 horas diarias) cayó drásticamente: entre semana bajó del 56,3% al 20,6% y los fines de semana del 24,8% al 4,5%.

También se observó un retroceso en la actividad física: la media semanal de ejercicio moderado o vigoroso bajó de 135,26 a 117,25 minutos, lo que supuso 18 minutos menos al día. La adherencia a la dieta mediterránea también descendió, de 7,13 a 6,57 puntos en la escala KidMed, y el porcentaje de niños con buena adherencia bajó del 46,1% al 35,3%. Estos factores se relacionaron directamente con el aumento del coeficiente cintura/talla, una medida clave para valorar el riesgo de sobrepeso: quienes lo incrementaron realizaron menos ejercicio, comieron peor y usaron más pantallas.

Jóvenes infelices

Otro dato significativo fue el aumento del malestar emocional. El porcentaje de menores que afirmó sentirse tristes, preocupados o infelices casi se duplicó, del 18,3% al 35,6%. A esto se sumó un empeoramiento del descanso: el cumplimiento de las horas recomendadas de sueño bajó del 64,6% al 61,8% entre semana, y del 53% al 34,9% en fines de semana. El estudio también comparó el estado emocional, la actividad física, la alimentación y el descanso entre quienes mantuvieron o redujeron el coeficiente cintura/talla y quienes lo aumentaron, mostrando diferencias claras en todos los indicadores.

Pau Gasol, portavoz de la fundación, reclamó un cambio de perspectiva en el abordaje de la obesidad infantil: “Hay que abandonar la visión pesocentrista o individualista y tratarla como un problema integral, holístico y de salud pública”. Pidió seguir con el Plan Estratégico Nacional de Reducción de la Obesidad Infantil (Penroi), mejorar la vigilancia epidemiológica, incluir el coeficiente cintura/talla como medida de seguimiento y visibilizar el impacto emocional y social del estigma asociado al sobrepeso en los menores.

POSIBLES CAMBIOS

Por su parte, la ministra Mónica García afirmó que “la obesidad es solo la punta del iceberg” de problemas estructurales que afectan a las familias más vulnerables. Subrayó la importancia de actuar sobre los determinantes sociales de la salud, mejorar las condiciones materiales del entorno familiar y convertir los colegios en espacios de referencia comunitaria con actividad física y formación alimentaria. Insistió en que la lucha contra la obesidad infantil debe ir más allá de la salud individual y atender también los factores sociales que la condicionan. Además, la ministra destacó la necesidad de políticas públicas que reduzcan las desigualdades sociales, puesto que estas tienen un impacto directo en la salud de los niños. Hizo un llamado a reforzar la colaboración entre administraciones, familias, centros educativos y profesionales sanitarios para crear un entorno favorable a hábitos saludables.