DERROTA EN EL PAZO
El Gipuzkoa es tóxico para el COB (77-89)
Desde Níger a España persiguiendo un sueño con forma de balón naranja. Seydou Aboubacar renunció a estar con su familia y amigos cuando era solo un adolescente para intentar alcanzar lo que ahora es, uno de los jugadores más determinantes de LEB Oro y LEB Plata y que llama a las puertas de la ACB con tanta fuerza como físico.
¿Cómo comienza a jugar al baloncesto en un país sin apenas tradición en ese deporte y tan tarde?
Comencé a jugar con 15 años. Yo antes lo que hacía realmente era jugar al fútbol con mis amigos por las tardes, después del colegio y siempre que iba al campo me decían “Seydou, tú lo que tienes es que jugar al baloncesto y un día a través de un vecino que había sido jugador me decidí a probar”.
¿Era ya alto por aquel entonces?
Sí (se ríe), ya medía como 1,97 o 1,98. Comparado con mis amigos era un señor y eso llamaba la atención (vuelve a reírse).
Entonces se decide a probar.
Sí, como te dije, en el barrio hay un señor conocido que había jugado y me dijo que me acercase a la cancha a ver como era y que si me gustaba iríamos poco a poco. Fui una tarde y a partir de ahí empecé a entrenar sin tener ni idea. Los primeros momentos fueron complicados como siempre. A los 15 años ya tenía problemas con las zapatillas porque ya calzaba un 48 o un 50 y en Níger es difícil conseguirlas.
¿Cómo lo solucionó?
En el equipo había varios jugadores nigerianos y tuve la suerte de que me trajeron de su país unas ‘Air Force’ de la talla 50 y aun ese número me quedaba pequeño. Para poder empezar a jugar me acuerdo que forzaba las zapatillas y para que se adaptasen a mi pie, pero los tenía todos machacados. Empecé a entrenar y al poco tiempo ese hombre me dijo que me veía potencial y que quería ayudarme y fue cuando me fui a Costa de Marfil.
¿Se planteó en algún momento qué habría sucedido si no hubiese ido a entrenar aquella tarde?
Buena pregunta. La verdad es que no lo pensé nunca. Desde que comencé el baloncesto me ha dado mucho en todos los sentidos y nunca me planteé que habría sucedido si no hubiese ido a jugar por primera vez.
¿Se había planteado antes de la oportunidad de Costa de Marfil el irse de Níger?
No, la verdad es que no. Vengo de una familia muy grande con muchos tíos y familiares que estuvieron y están en Europa, Oriente Medio y Estados Unidos. Siempre hemos viajado y visto a familiares irse y volver, pero jamás me había planteado antes de ir a Costa de Marfil emigrar.
Tuvo que ser complicado para un chico de 15 años.
Es muy difícil. Yo tenía claro que quería jugar y me picó el “gusanillo” pronto. Yo pensaba que si se me daba bien y con suerte podría llegar a dedicarme a ello y hacer algo importante. Desde el momento que tuve la oportunidad entendí que debía marcharme aunque es un sacrificio muy grande porque lo dejas todo, aunque sea el país de al lado. Yo lo tenía muy claro desde un primer momento.
Pero su madre no lo tenía tan claro.
No me dejaba al principio. Después vio la oportunidad y mi interés personal desde el primer momento y me dejó marchar.
Y tras nueve meses, llega al norte de España, a Vitoria.
España salió por el destino, no era algo premeditado. También gracias a Vladimir Bosnjak que me dijo que me ayudaría a ir a Europa, una persona a la que le estaré eternamente agradecido. Empezamos en Francia, Turquía… Claro, Francia en teoría era más fácil porque Níger fue colonia para los papeles. Habló con equipos de allí, pero España salió en el último momento, todo muy rápido y bien.
Y si su madre puso problemas para ir a Costa de Marfil, a Europa…
Sí sí, mucho más. Mi madre y mi abuela no querían que me marchase tan lejos. Son personas con las que tengo mucha relación y sobre todo para ellas fue muy difícil dejarme marchar. Además yo solo hablaba inglés y francés.
Llega a Vitoria, como fueron esos primeros meses.
Todo nuevo, un reto. El idioma, la cultura, las costumbres, el baloncesto...y el frío. ¡Qué frío pasé en Vitoria! Imagínate, yo no estaba acostumbrado. Un chico de África, en enero, en Vitoria y en sandalias. Yo decía: “¡esto qué es!” pero ya te digo fueron los primeros meses, luego con la ayuda de todo el mundo me fui incorporando a todo. También por mi propio bien hice por aprender el idioma y en tres o cuatro meses con mucha ayuda de mucha gente ya era capaz de expresarme.
"¡Qué frío pasé en Vitoria! Imagínate, un chico de África, en enero, en Vitoria y en sandalias. Yo decía: '¡Esto qué es!'"
¿Qué fue lo más difícil de la adaptación inicial?
El cambio radical, pero sobre todo entender la realidad de estar solo y tener que salir adelante por ti mismo. También ver lo que es el baloncesto y el mundo en el que estoy metido. Mucho entrenamiento, salir del instituto y volver a entrenar, otra vez tras la siesta y así todo el tiempo. Era duro porque no estaba acostumbrado a este ritmo de baloncesto moderno.
¿Pensó en abandonar y volver a casa?
No, nunca. Sí que lo pasé mal con la soledad al principio, es normal. Lloré mucho en mi cuarto, pensando en la familia y en lo que tenía allí, pero tenía claro lo que quería hacer y lo que tenía que trabajar para conseguirlo.
De ahí a Prat y llega Lugo, un punto clave no solo en su carrera, también en su vida. ¿Qué papel juega la familia que le adopta?
(Se emociona) Juega un papel muy importante. Gran parte de lo que soy es gracias a ellos. Me acogieron como uno más desde el primer momento. Llegar y que te acepten hace que aprendas apreciar las cosas. Es difícil llegar y tener esa cantidad de cariño porque no me conocían de nada. Me ayudaron siempre en todos los sentidos, no me ha faltado de nada con ellos y eso es algo que hay que agradecer y no olvidarlo jamás.
"Gran parte de lo que soy es gracias a mi familia de Lugo. Nunca me ha faltado de nada y eso hay que agradecerlo"
¿Le ayudó a concentrarse más en el baloncesto?
No solo en el baloncesto, fue en todos los sentidos. Con ellos aprendí muchas cosas que van más allá del baloncesto. Me han dado unas enseñanzas que me ayudaron y me van a seguir ayudando en la vida. Ellos me hicieron ver que la vida sigue aparte del baloncesto. Con ellos he visto que no debo aferrarme solo a él, que hay otras cosas más importantes.
Y en esas cosas de las que habla, ¿Qué le gusta hacer a Seydou Aboubacar?
Pues mira, soy un fanático del cine, me encanta. Intento ir cada semana al cine, sobre todo los miércoles, soy muy fan. En mi tiempo de descanso me encanta ver series, pasear y leer mucho, especialmente en los desplazamientos. Siempre tengo un libro conmigo.
¿Qué está leyendo ahora?
Ahora mismo estoy terminando de leer “Giannis” de José Manuel Puertas, que precisamente me regaló él.
Volviendo a Galicia y tras ver el orgullo con el que habla de su familia, Lugo se ha convertido en su centro de operaciones, que no es de clima templado.
Sí y eso que odio el frío, pero si te fijas, salvo cuando estuve en el Prat siempre he jugado en la zona norte y en lugares de mucho frío como Plasencia, Palencia, Valladolid, Vitoria, Lugo y ahora Ourense. Al final de acostumbras, pero también hay mucha lluvia (se ríe).
¿Con qué se queda de Galicia?
Me gusta mucho la comida gallega y me encanta la empanada. Siempre que la familia viene me las traen.
¿Tuvo algún problema con alguna de ellas?
Me costó mucho probar el pulpo, pero me gusta, ahora soy fan.
¿Y alguna línea roja culinaria?
Las castañas. Creo que es lo único que me echa para atrás.
En Lugo afrontó su segunda época siendo muy importante después de ser muy clave en Valladolid.
Fiché con mucha ilusión. Había jugado muy bien en Valladolid, con un la pena de que el segundo año nos cortó la pandemia del coronavirus, fue casi perfecto pero no lo terminamos. Fui con la misma idea, la de seguir creciendo como jugador y mantener esa línea. Cada año me pongo un reto de mejorar como jugador. A veces se consigue y otras no, pero el reto está siempre en mi cabeza.
"Cada año me pongo un reto de mejorar como jugador. A veces se consigue y otras no, pero el reto está siempre en mi cabeza".
Hizo un muy buen año.
Sí, fue una campaña fantástica. Ganamos la Copa, la Liga y ascendimos con un grupo fantástico. Hubo momentos malos, pero uno se queda con lo que aportas en la cancha y la pasión con la que afrontas los partidos. El ascenso fue el premio más grande que pude tener.
Ascienden como dice, pero llega la decepción de que por diez días no le reconocen como jugador de formación ¿Cómo se lo tomó?
Es muy difícil porque dices: “¿Y ahora qué?”. Lo pasé mal sobre todo en esos momentos porque siempre luchas por lo más grande y de repente te quedas sin el premio. Yo ví que estaba ya ahí y saltó un problema. Fue difícil de gestionar porque se unió el tema de la lesión, que te mete en un bucle complicado.
Precisamente, termina la temporada y usted se opera de la rodilla para sorpresa de mucha gente.
Aguanté toda la temporada con la lesión de menisco, jugando con mucho dolor. Los fines de semana me infiltraban y me sacaban líquido, pero llegó un momento que el fisio del Breogán me dijo que debería parar. Le tengo mucho cariño a nivel personal porque me ha ayudado mucho, como mi familia y mi novia.
En algún momento se escucharon unas pequeñas críticas a esa operación.
Es que mucha gente no sabía que estaba lesionado. Las críticas no las veo porque no tengo “Twitter”. Críticas siempre habrá, lo hagas bien o mal. Ellos no sabían el dolor que tenía, sé lo que pasé, el dolor que aguanté y que siempre doy el 100% en el estado que esté. ¿Críticas? A veces solo lo hacen por hacerte daño y si eres consciente tienes que aprender a gestionarlo.
"Críticas siempre habrá, lo hagas bien o mal. Sobre la operación, ellos no sabían el dolor que tenía, sé lo que pasé, el dolor que aguanté y que siempre doy el 100% en el estado que esté"
¿Cómo gestionó todo esa frustración por la lesión?
Es una lesión jodida y a veces cuesta tener paciencia. Ahora estoy en la recta final, contento de cómo han salido las cosas, pero soy cabezón y quiero llegar antes y jugar lo más rápido posible. Pero es un proceso largo y tengo que tener paciencia conmigo mismo. Al final todo este tiempo te hace madurar y conocerse mejor a uno mismo. Ya no queda nada.
Rescinde con el Breogán y de manera sorpresiva para toda la LEB Oro y Plata recae en Ourense.
Cuando llegó la oferta del COB no me lo pensé. Es un proyecto muy bueno en el que volver a recuperar las sensaciones, recuperarme como jugador y en el que además hay muy buenos compañeros con los que ya jugué. Desde el primer momento todos me han tratado muy bien, desde los compañeros a todos los empleados del club y la ciudad.
¿Cómo ve al equipo?
Es verdad que hemos tenido tres partidos malos, pero el equipo está trabajando bien y estoy convencido de que vamos a llegar a la meta y conseguiremos el objetivo que marca el club, que es el ascenso.
Usted es un jugador de proyectos, no le gusta estar en un club un solo año.
Es verdad. Si ascendemos me encantaría continuar en el equipo. Pero creo que también todos mis compañeros. Por mi parte solo puedo ofrecer mi energía y decir que voy a dar siempre el 100% por este equipo para lograr el ascenso y por supuesto, quedarme aquí.
Hay algo que llama la atención desde fuera, siempre se le ve sonriente con sus compañeros.
Es que disfruto mucho de lo que hago. Aunque a veces es difícil estar alegre. Todos tenemos nuestros momentos malos pero creo que eso es también una de las cosas me caracterizan. Intento ser siempre positivo y alegre. Me gusta ayudar a todo el mundo y eso me hace sentir bien.
Pero en la cancha no hay amigos.
No.
Sabe que será uno de los jugadores que los rivales marcarán en rojo ¿No?
Sí, soy consciente de que en LEB Plata todos los equipos van a ir a por mí. Tengo que estar lo suficientemente preparado para asumir ese reto, no solo a nivel físico, también mental. Debo buscar otros recursos en mi juego a la hora de competir porque van a venir a por mí. Pero ya te digo, no tengo miedo y todo el mundo lo sabe, en la pista no tengo amigos. Lo importante es jugar y ganar como sea.
Usted es un jugador físico y a veces las faltas le han pesado. ¿Le afectará en Plata?
Es algo que tengo que seguir trabajando y adaptarme a la competición. Tengo que cuidar esos momentos en los que me cargo de faltas, pero no quita que vaya a jugar menos duro. Quizá tenga que cambiar algunas cosas de mi juego, pero espero que los árbitros no me castiguen mucho (se ríe).
En clave internacional, se perdió el Afrobasket por la lesión y Costa de Marfil fue subcampeona, ¿Cómo los vio?
Estaba muy preparado para jugarlo, pero me lo perdí por la lesión, fue una pena. Ahora es un reto repetirlo, pero conmigo. Me alegré mucho por ellos porque es el mismo grupo de siempre y porque es una medalla muy importante. Ví todos los partidos y aunque te sientes partícipe por haber ayudado a llegar ahí, te da algo de envidia por no conseguirlo con ellos.
¿Ha supuesto un impulso para el baloncesto en Costa de Marfil?
Sí. El fútbol es el deporte más seguido sin duda, pero con la medalla el baloncesto está creciendo. Las cosas están cambiando y ahora le están dando la importancia que merece.
La penúltima, nacionalizado costamarfileño, pero nigerino hasta el alma. ¿Tiene algún proyecto en su país para hacer crecer el baloncesto?
Voy a Níger casi todos los veranos y siempre tengo en mente poner en marcha algo allí. Quizá un campus mío o a través de asociaciones y ONG colaborar para dar visibilidad al baloncesto, aunque hay muchas cosas que hacer. Piensa que si les puedes dar balones, camisetas y zapatillas es un avance para que puedan iniciarse. Es algo que pondré en marcha en un futuro.
¿Le pide algo al 2022?
A nivel personal, salud para mí y toda mi familia, que es lo importante. A nivel deportivo, poder ascender con el COB a la LEB Oro sería un regalo muy especial para todos.
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