CELANOVA

Una familia entre dos mundos

photo_camera Francisco Álvarez, junto a su madre, Rosa, en la plaza Mayor de Celanova este viernes.

El celanovense Francisco Álvarez, de la tercera generación familiar de cinco generaciones emigrantes a Chile, cuenta los avatares de sus antepasados en el país andino, al que llegaron a principios del siglo pasado.

Pancho muestra un pequeño album. Son fotos en blanco y negro. En Santiago de Chile, el año 1954. Un carruaje fúnebre atestado de flores y una comitiva de hombres impecablemente trajeados. Sólo hombres. Es el entierro de un rico. El del abuelo Francisco. Uno de la primera generación de emigrantes. La que empezó todo.

"Á maioría foilles moi ben. Velos nesas fotos e pensas na transformación que experimentaron. Eran labregos, case analfabetos, que chegaron alá sen unha camisa e aí os tes, de traxe e garabata. Impoñentes. Fixeron cartos, traballaron moi duro. Eran así. Na seguinte xeración xa houbo de todo. Partían doutra posición e algún terminou regular".

Pancho es como conocen en Celanova a Francisco Álvarez. Tiene 61 años y dos vidas repartidas entre Galicia y Chile. El es de la tercera generación. La bisagra entre las que emigraron y las que allí quedan.

El primero fue el otro abuelo, Agustín, el padre de su madre, de Carracedo. Tuvo una panadería con su hermano José. La Preferida, en Santiago de Chile. La vendió en 1905 por medio millón de pesos. Y lo invirtió todo en marcos alemanes y al estallar la I Guerra lo perdió todo. Regresó. 
En 1928 fue para allá Francisco.  "É coma si eu estivese pechando un círculo con el. Sabes que agora cultivo arroz? Empezou de camareiro na Estación central. Un italiano muy serio, arroceiro, díxolle que non podía seguir perdendo o tempo. Arrendoulle catro cuadras e os dous primeiros anos foille moi ben. No terceiro a chuvia destrozoulle a colleita. O aforrado deulle para entrar como socio nunha panadería en Santiago cun de aquí, o Laborda, sogro dos Araújo. Así chegamos nós ao negocio das panaderías".

Pancho cultiva arroz en una parcela a 300 kilómetros de Santiago de Chile. Hace ya unos años que dejó el negocio en manos de uno de sus hijos. Lola, su mujer, y él, vuelven los fines de semana para estar con los nietos, ya cinco y uno en camino. En los noventa hizo crecer la empresa familiar y en la década siguiente la transformó en una pequeña cadena de supermercados en el sector oriente, el más pudiente de la capital, 80.000 habitantes "e tiñamos case o monopolio". Llegó a contar con 370 empleados. "Ao principio a caixa do día dos seis supermercados facíamola na central, até as tantas da madrugada, e ao día seguinte as sete xa estabamos en pé".

DE 1942 A 1992

El abuelo Francisco se llevó a los hijos y a la mujer en 1942. Prosperaron, y cuando el patriarca falleció, los hijos, Pilar, José y Emilio (el padre de Pancho, "que era el más creativo") adquieron dos panaderías. Fueron de esos de la segunda generación a los que las cosas les salieron bien. "Pero no ano 64 meu pai decidiu regresar a Galicia. Levaba un tempo preocupado polo avance de Allende. Mira, viches a Chaves? Mirábase no espello de Allende, e o que está pasando en Venezuela foi o que pasou en Chile".

Pancho fue niño, adolescente y se casó en Celanova, en 1974, con una joven de Santa Eufemia, muy cerca de Carracedo. Pronto tuvieron dos hijos (Emilio y Agustín). Montó un negocio de maquinaria agrícola y luego una cafetería. "Foi mal", dice sin rodeos. "Admiro á xente que consigue sacar adiante un negocio aquí", cuenta mientras se toma un café en el bar que hay bajo la casa familiar.

"Afortunadamente meu pai non vendeu o capital de Chile e no 1992 decidimos marchar para alá". Los hijos ya crecidos. Empezar de nuevo. Tenían una finca, una panadería en la capital y unas bodegas en alquiler. "De repente tiven sorte. Metínme en comprar outras panaderías e tivemos que hipotecar todo o capital de aquí". 

Para 1994 -"pagamos os créditos en ano e medio"- la primera expansión estaba consolidada. Los hijos estudiaron. El mayor se hizo cargo del negocio familiar después de que en 2012 una gran cadena les hiciera una oferta irrechazable. El pequeño trabaja en un banco de inversión. La siguiente generación ya está aquí, la quinta. "Farán alá a súa vida... creo", dice Pancho mientras calibra la distancia entre dos mundos. 

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