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El fomento del emprendimiento como asignatura pendiente

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photo_camera Emprendedor.

El apoyo público al espíritu emprendedor es una actuación a tener muy en cuenta

 

A pesar de que la actividad empresarial es uno de los motores de la economía, la realidad a la que tiene que enfrentarse cada día los emprendedores muestra crecientes dificultades. Unido a lo anterior, en los últimos años se ha producido un cambio en la mentalidad de los trabajadores, que ha provocado una significativa reducción de las iniciativas emprendedoras. En España se ha perdido una parte importante de esa cultura y formación empresarial que tradicionalmente estaba presente en nuestro país.
La situación económica resulta cada vez más compleja y cambiante. El emprendedor se tiene que enfrentar, cada vez más, a un amplio conjunto de variables que se traducen en cambios continuos en su estrategia empresarial.


Se suele señalar que una de las causas de la pérdida de competitividad de la economía es la escasa valoración social de la figura del emprendedor y la menor predisposición para asumir riesgos. En ocasiones se asocia, erróneamente, al emprendedor con alguien que sólo busca su propio beneficio. La realidad es bien distinta, ya que los emprendedores son una pieza clave para cualquier economía ya que este colectivo fomenta el empleo y genera riqueza.


Por lo tanto, la actividad emprendedora presenta no solo beneficios privados, sino también sociales. El emprendimiento incentiva la creación de negocios propios, en especial de pequeño y mediano tamaño, lo que se traduce, al menos, en cuatro beneficios para la colectividad: i) fomento del crecimiento económico, en especial en volumen de empleo; ii) aumento en las tasas de productividad económicas; iii) apuesta por las nuevas tecnologías para ofrecer servicios y productos novedosos y iv) introducción de cambios competitivos.


Los recientes episodios de crisis económica, si bien se manifiestan de forma generalizada en todos los sectores y actividades, presentan una especial virulencia en materia laboral. Los efectos negativos sobre el empleo son ampliamente conocidos y la falta de oportunidades laborales es algo inherente a situaciones de inestabilidad económica, como la que todavía estamos padeciendo.
Una de las medidas por las que más se apuesta desde las diferentes administraciones públicas como salida de la crisis económica es el fomento del emprendimiento. El apoyo al espíritu emprendedor, por su significativa contribución al empleo y al desarrollo local y regional, es una actuación muy a tener en cuenta.


No obstante, y a pesar de que la actividad por cuenta propia se configura como uno de los principales motores económicos, los trabajadores se resisten a optar por la vía empresarial, ya que prefieren un trabajo por cuenta ajena, que tradicionalmente suponía más estabilidad laboral. Sin embargo, en la actualidad, la inestabilidad laboral está presente tanto en los trabajos por cuenta propia como ajena, incluso para los empleados públicos. Los empleos seguros son cada vez menos frecuente. La rotación laboral y el encadenamiento de contratos temporales, incluso por días u horas, es algo habitual.
Ahora bien ¿Se dan las condiciones para el emprendimiento? A partir del Global Entrepreneurship Monitor (más conocido como Informe GEM), que analiza la actividad emprendedora, se constata como si bien las nuevas actividades y aquellas que llevan pocos años de vida están recogiendo un crecimiento interanual importante, los proyecto de consolidación, muestran una elevada contracción en su desarrollo, a lo que hay que añadir su elevada tasa de mortandad. O dicho de otra forma, hay nueva actividad emprendedora, pero la ya existente tiene problemas para mantenerse. Además, se constata una importante reducción de la tasa de actividad que supera la fase emprendedora, elemento que seguirá patente en los próximos años.

También se manifiesta, debido a la crisis económica, que del total de la nueva actividad emprendedora, la cuarta parte se ha generado por la necesidad, ante la carencia de oportunidades del empleo por cuenta ajena. Asimismo, se señala que la población española muestra una reducción de la capacidad de oportunidades para emprender desde que comenzó la crisis económica. Así, en 2012, el 14% de la población en edad de trabajar señalaba que era el momento para el emprendimiento, cuando en 2007 el porcentaje era del 25%. Finalmente, en cuanto a las condiciones del entorno para emprender, la mayor parte de los entrevistados señalaban que las actuales políticas y programas públicos y de transferencia de I+D+i, no ayudan el desarrollo de la actividad emprendedora. O dicho de otra forma, “mucho ruido y pocas nueces”.


Considerando los resultados del Informe Doing Business que anualmente publica el Fondo Monetario Internacional (FMI) se obtienen conclusiones similares. En 2013 España se situaba en la posición 44 (de 185) a nivel mundial en el ranking de países con la regulación más favorable para el emprendimiento, muy por detrás de países como Dinamarca, Irlanda, Canadá, Australia o Noruega, e incluso de las repúblicas bálticas y algunos estados asiáticos y latinoamericanos. Además, la situación española viene empeorando desde hace años. Teniendo en cuenta esta realidad, hay que tomar medidas para mejorar la situación relativa de España a la hora de fomentar el espíritu empresarial, que permita la generación de nuevas empresas, tratando de eliminar trabas innecesarias.
Las cifras así lo reclaman. Antes de la última crisis económica internacional, el 50% de las empresas españolas cerraban durante los tres primeros años de vida. Esta situación ha empeorado desde 2008. Cerca de 220.000 empresas y 300.000 autónomos se han visto obligados a dejar su actividad.


La pregunta es ¿Qué se puede hacer? Como ya se ha señalado, es necesario acometer con la mayor brevedad posible una serie de reformas que permitan la creación de empresas entre los potenciales emprendedores, de forma que la elección del trabajo por cuenta autónoma sea más atractiva.
Existen demasiados requerimientos para la creación de nuevas iniciativas. Los emprendedores llevan varios años esperando unas condiciones más favorables al desempeño de su actividad. A pesar de que se ha aprobado la Ley del Emprendedor, los resultados, hasta el momento, son muy discretos. Las medidas tomadas parecen ser insuficientes, y en ocasiones, erráticas, al carecer de actuaciones globales para mejorar la capacidad emprendedora, apostando, una vez más, por actuaciones de “parcheo”, que poco o nada ayudan al emprendimiento.


Aunque en los últimos años se han creado nuevas unidades para facilitar los trámites administrativos, por ejemplo, las ventanillas únicas empresariales, en la práctica los resultados no han sido muy positivos. Finalmente, se debe ir por el camino de simplificar la legislación  fiscal, tal y como ha apuntado en repetidas ocasiones la Comisión Europea. El objetivo es favorecer a la PYME, especialmente en relación al IVA a nivel europeo y, a escala nacional, en materia de fiscalidad directa. Desde la Comisión Europea se está trabajando para identificar las diez disposiciones legislativas más gravosas para los nuevos emprendedores, con el objetivo de modificarlas o eliminarlas. Desde la alta institución europea se persigue que las obligaciones administrativas sean claras y sencillas, reduciendo la burocracia para las microempresas, empresarios y autónomos. En España hay mucho trabajo por hacer en este sentido.


Se echa en falta un tratamiento especial para los colectivos con mayores dificultades para la creación de empleo, que tienen graves limitaciones para desempeñar una actividad por cuenta propia. Se habla mucho, por ejemplo, de fomentar la actividad emprendedora de las mujeres, de los jóvenes, de las personas de más edad, de los desempleados, pero la realidad es que la apuesta pública por estas iniciativas es escasa y de naturaleza puntual.
Se debería fomentar el espíritu emprendedor en toda la sociedad desde las primeras etapas educativas. Es imprescindible informar a los potenciales emprendedores de las ventajas, posibilidades y limitaciones que pueden tener a la hora de plantearse una nueva actividad. Es necesario recordar que su labor no solo generará nuevas empresas, sino también nuevos empleos, mitigando el problema de desempleo estructural que desde hace muchos años soporta las economías europeas, en especial el caso español. Hace falta un mayor esfuerzo “didáctico” para demostrar lo importante que es el emprendimiento. Ejercicio que debe hacerse en las primeras etapas educativas, de forma que nuestros hijos conozcan la realidad emprendedora desde los colegios.


Es indispensable que el sector público diseñe los medios necesarios para generar proyectos interesantes. Esta labor como resulta evidente debe ser complementada por la iniciativa privada, pero la administración pública tiene la responsabilidad de dar el primer paso. En efecto, si bien contamos con la generación de jóvenes europeos y españoles mejor formados de toda nuestra historia, se echa en falta un fomento decidido del espíritu empresarial por parte de los responsables públicos.
Es necesario que tanto desde la UE, a nivel internacional, y por parte de los diferentes países, se planteen iniciativas concretas en el marco de las políticas comunitarias y nacionales, potenciado el espíritu empresarial y las capacidades empresariales.
Se debería considerar el emprendimiento como una carrera atractiva para los jóvenes. Para ello es necesario un cambio en la percepción de los emprendedores por medio de comunicaciones positivas de sus éxitos y del valor que generan. La interacción entre el mundo de la empresa y el académico debería ser una realidad constante y no una mera declaración de intenciones.


Además, es imprescindible impulsar y potenciar los instrumentos financieros, fiscales y laborales para garantizar el nacimiento de nuevos negocios. El acceso al crédito no debe ser un privilegio para unos pocos, sino que debe ser algo alcanzable para aquellos que tengan ideas innovadoras y con futuro. Una buena iniciativa siempre debería tener respaldo económico.
Finalmente, resulta imprescindible plantear una reflexión general en relación al fomento de la actividad emprendedora. Se deben evitar actuaciones puntuales y optar por un plan de actuación a medio plazo, que garantice la actividad emprendedora. Está claro que es necesario fomentar el emprendimiento, pero hay que establecer medidas con mayor repercusión y recorrido que las planteadas hasta el momento.  El fomento del emprendimiento en España es todavía una asignatura pendiente.

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