SEMANA SANTA

Ramos, la fiesta de los niños

La tradicional procesión de la "Borriquilla" abrió la Semana Santa en la ciudad. Cientos de fieles, entre ellos muchos chiquillos, salieron a la calle con sus palmas y ramos de olivo en una jornada de fervor religioso muy agradable

Mira papá, ahí viene Jesús!, anunció pletórico un niño a su progenitor cuando vio aparecer a los costaleros que bajaban con la imagen de Jesús de Nazaret a lomos de un borrico por la calle Bedoya. Eran las 11,30 de la mañana y el termómetro del parque de San Lázaro marcaba 20 grados temperatura, lo que hacía presagiar un Domingo de Ramos de lo más apetecible para salir a la calle en familia. Y así fue. El entorno del edificio de la Subdelegación del Gobierno congregó a centenares de fieles en un cálido ambiente de fervor religioso repleto de chiquillos. 

El obispo de la Diócesis de Ourense, Leonardo Lemos, bendecía los ramos de olivo y palmas que el público frotaba con ilusión en la figura del Cristo recién llegado desde la Catedral, tras atravesar las calles Lepanto,  Santo Domingo y Bedoya. No se perdieron detalle alguno el alcalde de Ourense, Jesús Vázquez; el subdelegado del Gobierno, Roberto Castro; y el diputado Celso Delgado, que ejercieron de autoridades presentes en el acto.

En su discurso de bendición, Lemos se dirigió específicamente a los más pequeños para tratar de animarlos a acercarse a Jesús y "seguir sus enseñanzas" en un día en el que la comunidad cristiana celebró su entrada triunfal en la ciudad de Jerusalén al convertirse en el Mesías. 

Tras la bendición del prelado, la procesión de "la Borriquilla", una de las tradiciones más queridas de la Semana Santa ourensana,  prosiguió con el "paseo de los niños", con cientos de fieles, mayores y pequeños, acompañando a la imagen de Cristo con la cruz redentora en su vuelta a la Catedral. Precisamente, el obispo animó a los devotos ourensanos a acercarse "más que nunca" a las cruces cristianas en el día a día porque "hacen más libres a las personas, ya que son símbolos de paz, amor y misericordia".

La procesión recorrió el Paseo,  Lamas Carvajal, Santa Eufemia y Juan de Austria hasta que, pasadas las doce del mediodía, Jesús y “la borriquilla” consiguieron llegar de nuevo al interior de la Catedral, aunque no sin dificultades, ya que los portadores tuvieron que hacer múltiples maniobras para conducir la entrada de la imagen religiosa en la Basílica. 
Más de diez minutos tardó el reguero de gente en entrar al interior del templo para asistir a la misa presidida por el obispo. Aún así, algunos de los presentes destacaron una afluencia menor respecto a otros años en la celebración eucarística, que achacaron al buen tiempo que reinó durante el fin de semana en la capital y que motivó las primeras escapadas primaverales de algunos devotos. 

Durante su breve homilía en el interior, Lemos volvió a lanzar un mensaje a los niños y los invitó a secundar a Jesucristo "con vuestra alegría y vuestros buenos comportamientos".  También se mostró crítico con la actitud que percibe ante la figura de Jesús en algunos sectores de la sociedad ourensana. "Uno de los problemas más graves hoy en día es la indiferencia que mucha gente muestra hacia la imagen de Jesús. Nunca os olvidéis de Dios. Él os ayudará ante las dificultades", alentó a los presentes en el templo.

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