Desde hace unos años el poeta argentino es asiduo visitante de Ourense, donde vino por primera vez buscando los orígenes familiares.
“El misterio de ser conmovido por las palabras” es el hermoso título del discurso con el que el poeta argentino Rafael Felipe Oterino (Mar del Plata, 1945) tomó posesión, el pasado 28 de mayo, del sillón A de la Academia Argentina de las Letras.
Autor de 10 libros de poesía, premiado varias veces como poeta, Oterino, juez de profesión y profesor en la Universidad de Mar del Plata donde reside, es nieto de un ourensano que a principios del siglo XX emigró a la Argentina. Éste figura en sus documentos con el apellido Outeiriño, que ha sufrido una evolución en el país americano hasta convertirse en Oterino.
Desde hace unos años el poeta argentino es asiduo visitante de Ourense, donde vino por primera vez buscando los orígenes familiares.
En su discurso de entrada en la Academia, cuyo presidente también tiene orígenes ourensanos, Oterino aludió a grandes poetas universales -Valery, Machado, Leopoldo Tenco-, definió el lenguaje como “sede y prisión de la poesía” y entre los quince motivos que señaló para escribir poesía incluye un argumento contundente: “Para ser felices… para sentirnos vivir”.
