A PSICOPEDAGOGA FALA

El legado emocional de los animales a la infancia

IMG-20160512-WA0002_result

Aprender de ellos y con ellos: Una oportunidad única para ser más humano

“La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la manera en que trata a sus animales”. Esta es una de las más célebres frases de Gandhi  que nos recuerda que, a pesar de vivir en una sociedad teóricamente democrática y avanzada, todavía son muchas las sombras que nos acechan. 
No hace falta mucho más que salir a la calle y mirar a nuestro alrededor. Desgraciadamente será difícil no ver a un gato o a un perro que nunca ha conocido el amor y los cuidados de una familia, o peor aún, que ha sido desechado cual “trasto viejo” porque ya no sirve o porque molesta a aquellos que supuestamente habían asumido la responsabilidad de quererlo y cuidarlo. Esta estampa es tan frecuente que ha sido tristemente normalizada en la mente de muchos. El último  estudio de la Fundación Affinity concluye que en 2014 más de 140.000 perros y gatos fueron abandonados en España, que se sitúa a la cabeza del abandono en Europa. Junto a la violencia del abandono encontramos otras muchas formas de ejercer el abuso: desde el trato negligente al no proveer la satisfacción de las necesidades más básicas del animal hasta la más brutal violencia física que nos hace dudar de la esencia de la  naturaleza humana. Muchos de estos tristes sucesos vienen a nuestra cabeza: Luna, la perrita enferma de leishmania a la que su dueño abandonó en una terraza y mató literalmente de hambre; o las vacas de Chantada, abandonadas también a su suerte, hasta morir de inanición. Para cualquier persona que merezca ser así llamada ponerse en la piel de estas criaturas duele tanto que hasta quema por dentro.

Pero ¿cómo afectan estas situaciones a la infancia?, ¿qué aprenden niños y niñas de estos sucesos cuando su escuela, su familia y en definitiva su grupo social de referencia no condena activamente tales hechos? Si la verdadera educación es necesariamente aquella que humaniza, normalizar o no condenar el abandono y el maltrato animal estará contribuyendo a crear una sociedad más cruel y una infancia más deshumanizada. Estos niños/as aprenderán que no compadecerse del dolor de un ser vulnerable o incluso dañarle activamente es algo aceptable. Esto que es malo en sí mismo pone de relieve otra cuestión no menos importante: la conexión entre el ejercicio de la crueldad con los animales en la infancia y el ejercicio de la violencia en las relaciones interpersonales contra los/as iguales (bullying) o la familia (violencia filio-parental) e incluso en el futuro, contra la pareja o los/as menores. 

BENEFICIOS

Por el contrario, la socialización con los animales y en el amor hacia los animales no podría tener más ventajas para la infancia, constituyendo una oportunidad única para el desarrollo de la inteligencia emocional. Entre los innumerables beneficios de crecer con la compañía y el amor incondicional de un animal pueden destacarse los siguientes: i) Aprendizaje de la empatía: los niños/as aprenden que hay necesidades distintas a las propias y toman conciencia de la vulnerabilidad de los animales que dependen de ellos/as, lo que también puede extrapolarse a otros/as iguales y personas adultas; ii) Desarrollo de la comunicación y la capacidad de relación: las niñas/os hablan con sus mascotas, aprenden a interpretar su lenguaje no verbal y les relatan sus intereses, preocupaciones y deseos, sintiéndose comprendidos/as y no juzgados/as, fortaleciéndose así su autoestima y la seguridad en sí mismos/as; iii) Desarrollo de la capacidad de dar y recibir afecto: disminuyendo así los temores y los sentimientos de soledad; iv) Fomento de la responsabilidad: asumen de una manera lúdica sus responsabilidades para satisfacer las necesidades de cuidado y afecto del animal; v) Aprendizaje de valores de respeto y tolerancia; vi) Conocimiento de procesos naturales del desarrollo vital, como la reproducción o la muerte, asumiendo la pérdida como algo natural y el duelo como algo superable; vii) Disminución de la ansiedad: la simple caricia de un animal ayuda a controlar el estrés; o viii) Mejora de la calidad de vida: comprobándose que los niños/as que crecen con animales son más felices y tienen un sistema inmunitario más fuerte. 

En definitiva, crecer con un animal aporta un capital social y un legado emocional extraordinario, difícilmente adquirible de otra manera. ¿Cómo olvidar a ese ser tan especial que ya se ha ido, pero que siempre seguirá aquí acompañándonos? Si estamos valorando la opción de ampliar nuestra familia con un perro o un gato, la adopción es, sin duda, la mejor elección, no sólo porque permite darle otra oportunidad a un ser vulnerable, sino porque la verdadera amistad jamás podrá comprarse. 

Te puede interesar
Más en Xornal Escolar