OPINIÓN

La Guerra es consigo mismo

photo_camera El pívot canario del COB, Fran Guerra, abandona la cancha del Pazo.

El pívot le faltó al respeto al cuerpo técnico, a su equipo, al club y a la afición con una reacción que lo obliga a reflexionar si quiere progresar como jugador

Lo primero, explicar lo sucedido. Obvio. Tiempo muerto de Gonzalo García de Vitoria con cuatro minutos del tercer cuarto por jugar. Reprimenda a Fran Guerra tras el segundo triple que se tira fuera de guión y una ayuda defensiva que se 'olvida' de hacer.

La reacción del jugador fue poner el codo para apartar a su entrenador, zafarse del cuerpo médico que lo intentaba calmar, levantar el puño de forma amenazante y patear la primera valla que encontró.

Dentro del club tienen claro que hoy nadie estará más arrepentido que Fran Guerra, lo consideran un 'buen chaval' y dan por hecho que volverá a entrenar y a jugar al mismo nivel que hasta ahora. Son los primeros que no están sorprendido. Estaban avisados cuando lo ficharon y lo han ido comprobando con el paso de los meses.

Fran Guerra tiene un juego de pies como pocos pívots nacionales, unas manos que valen miles de euros en el contrato, visión de juego espectacular, capacidad para atacar el aro con los dos brazos y talento para vivir de este deporte. Lo tiene todo menos lo más importante. Sin cabeza solo se juega al baloncesto siempre que el físico sea tan imponente que te permita ser un 'especialista' más. Y no es su caso.

Santiago, uno de sus hermanos, ya apuntaba alto y no consiguió pasar de la Liga EBA, David, el otro, juega en el Chantada y la temporada pasada le levantó la mano al entrenador. Fran es la última esperanza de una familia con genética para jugar al más alto nivel, pero sin cabeza para encontrar el camino que lleva hasta allí.

Lo que pasó ayer no admite excusa. Eso de la 'ida de olla' no vale cuando hablamos de deporte profesional. La fortuna de Guerra es que no estaba Luis Aragonés en el banquillo para agitarlo o Zeljko Obradovic para guiarlo personalmente al vestuario.

Tiene la suerte de ser dirigido por un entrenador que no dudó en apostar por él cuando muchos le recomendaron lo contrario. De cobrar de un club que cumple con él diariamente y que tiene decidido intentar renovarlo al acabar la temporada. De recibir aplausos de una afición que lo agiganta.

Fran Guerra es el primero que sabe que él mismo es el defensor más complicado con el que se ha encontrado y al que debe superar. Que ha sido capaz de minimizar sus malos momentos y maximizar su rendimiento. De crecer como jugador y como persona. Sabe que lo de ayer le hace regresar a la casilla de salida cuando en dos meses tendría que empezar a preguntar a Nacho Gómez para saber si 'hay algo para mí de la ACB'. El mismo agente que representa a su entrenador.

Esa puerta nadie se la puede abrir. La tiene tan cerca que quizá se haya olvidado de cómo ha llegado a este punto. Que las apuestas de peluquería con los triples que mete son para las ligas de amigos y que pedir perdón ayuda, pero nunca competirá con no tener que hacerlo.

Que en Ourense jugadores mejores que Fran Guerra se han visto muchos y entrenadores como Gonzalo García de Vitoria algunos y que en la duda no tiene ninguna posibilidad. Que su única opción pasa por no volver a faltarle al respeto al cuerpo técnico, al club y la afición que le han ayudado a ser mejor jugador. Mejor persona o no debe juzgarlo él.

Si lo que pasó ayer le sirve para volver a entenderlo, bienvenido sea. En el COB y en el Pazo todos estarán encantados de ello y deseando seguir presumiendo de un jugador que lo tiene todo para demostrar que quienes lo descartan que están equivocados. En Ourense han apostado por Fran Guerra. Hace falta que Fran Guerra apueste por sí mismo.

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