Cartas al director

En un Estado corrupto

Una generación de españoles se enfrenta a la posibilidad de encontrarse sin futuro a causa de la corrupción. En ocasiones sobre altos funcionarios del Estado.
Una vez que nuestra sociedad ha perdido la confianza en sus principales instituciones como los políticos, los banqueros, la iglesia, la monarquía, la Justicia, las grandes empresas de la patronal, los altos funcionarios públicos y los propios sindicatos, estamos viendo como todo un sistema de poder que se creía invulnerable se está derrumbando a pasos agigantados.


Este fenómeno se ha repetido en ocasiones a lo largo de la historia con grandes imperios que se han ido derrumbando, producto de sus miserias. Siempre desde dentro. Entregar cargos públicos a los amigos en el Congreso con el fin de obtener su voto en una reelección es un delito en la medida en que lo cometen funcionarios públicos de alto nivel y un acto de corrupción. Ciudadanos en busca de un beneficio personal, que sobornan autoridades a cambio de que determinadas concesiones, son señales de corrupción. Aunque no todos actúen así, no cabe duda de que en toda sociedad corrupta, unos pecan  por acción y otros lo hacen por omisión. Esta impunidad sigue condicionando en fin la conducta de quienes administran ese poder, ese Estado; pero en definitiva, si el Estado es corrupto, es porque sus ciudadanos lo consienten: saben lo que pasa, y se callan. En una sociedad, así  ¿qué Gobierno cabría esperar tener?