Opinión

Lenguas vivas, lenguas muertas

Parece ser que el ayuntamiento de Palma ha decretado recientemente que los enterradores tienen que saber hablar catalán. Una condición inexcusable para acceder a las plazas de enterrador en dicha ciudad. Anterioremente ya lo habían hecho con los hamaqueros (los que colocan las hamacas en las playas) y ahora la exigencia se extiende a los enterradores que deberán dominar el catalán oral y escrito para poder conseguir una plaza en la empresa funeraria municipal. 

 Lo de los hamaqueros lo entiendo ya que tienen que saber hablar con toda clase de personas, alemanes, ingleses, holandeses e incluso de vez en cuando algunos catalanes, aun quedan unos pocos que van a la playa, creo, aunque solo sea a plantar cruces amarillas. Lo de los enterradores me supera. Yo creía que los enterradores solo hablaban con Dios. Pocas veces he tenido que vérmelas con enterradores, pero mi escasa experiencia sobre eso me ha enseñado que por lo general suelen ser bastante lacónicos. Por no decir completamente lacónicos, como tumbas. Ignoro que utilidad puede reportarles a los enterradores saber catalán o cualquier otro idioma. Es más, a mi juicio en todo caso les iría mucho mejor con el latín ¿no creen ustedes?

 Esto solo hace confirmar mi teoría, ya la he explicado alguna vez antes, de que el catalán es una lengua muerta. Muerta de necesidad. Apenas la hablan dos millones y medio de personas, una minucia en el mapa de las lenguas del mundo frente al español que la hablan casi seiscientos millones de personas. Por no traer aquí a colación el chino o el inglés. Eso sí, el ayuntamiento de Palma podrá vanagloriarse internacionalmente de tener enterradores versados en lenguas muertas, lo que no deja de ser un hito. 

 A mi cuando me muera me gustaría que me enterraran en el cementerio de Deiá (Mallorca), junto a Robert Graves, en ese sitio precioso allá en lo alto, mirando al mediterráneo en todas direcciones, con tumbas en la tierra cubiertas por una placa de cemento hecho a mano, con el nombre y la fecha dibujados en el cemento fresco con un palo. No suelo ir a cementerios, la verdad, pero creo que el de Deiá en el que sí he estado es uno de los más bonitos del mundo. Si fuera así y me enterraran allí, doy por hecho que el enterrador hablará catalán, lo que estaría muy bien. Claro que sí.

 Cuando evoco estos temas siempre me acuerdo de una frase preciosa que dice el personaje interpretado por Marcello Mastroianni en la genial "Ojos Negros" de Nikita Mijalkov cuando alguien le pregunta qué querría llevarse al cielo cuando se muriera. Y entonces, tras pensárselo un momento, él contesta: "Me llevaría las nanas que me cantaba mi madre cuando era pequeño, y las nubes del cielo de Rusia". Pues yo también. También me llevaría las nubes del cielo de Rusia. Y si mientras me muero me acunan en catalán, mucho mejor. ¡Qué bonito!

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