Cuarenta años disfrazando a los limianos por pura pasión
La máquina de coser de Rosi Fernández apura las puntadas de los disfraces de Entroido: la pasión por la costura y el carnaval se mide en partes iguales para esta costurera de Xinzo.
Rosi Fernández (Venezuela, 19 de marzo de 1966) es de las personas que han logrado convertir su pasión, en este caso el diseño y la confección, en su sustento vital. Tanto es así que, durante la campaña de Entroido -que en Xinzo comienza después de Navidad y se prolonga hasta las primeras semanas de marzo- es capaz de pasarse días sin dormir -ha llegado a estar tres seguidos en vela cosiendo- y sus jornadas laborales normales van desde las 06,00 horas a las 23,00 horas. Eso sí, a esta costurera no se le aprecian ni las ojeras ni el cansancio y asegura que de lo que más disfruta es de las risas compartidas con quienes van a su local, ubicado en la rúa Rosalía de Castro, a probarse los disfraces que les ha confeccionado.
A lo largo de estos últimos 40 años, Rosi ha disfrazado a los limianos, pero también a muchos clientes y clientas de lugares como Verín, Allariz o Celanova. Con 10 años regresó de Venezuela y, tras terminar los estudios obligatorios, se formó en Diseño y Confección en Santiago y Vigo y comenzó a trabajar en Xinzo junto a otras costureras antes de fundar su propia tienda-taller en el año 2000.
"Facíamos, buah! Ao mellor 500 capas para o Entroido"
A lo largo de sus primeros años profesionales, Rosi siempre se mostró muy interesada en el Entroido: “Traballei en Retales Raquel. Facíamos, buah! Ao mellor 500 capas para o Entroido. Tamén traballei en Concellos da comarca, facía cursos… Pero elaborando traxes de carnaval levo catro décadas”, cuenta Rosi. “Sempre fun moi entroideira. Gústame o contacto coa xente e a troula que se traen cando veñen probar os disfraces. Traballas moitísimo, ás veces, 24 horas ao día. Tiven épocas de pasar tres días sen dormir, pero as risas compensan todo iso”, añade.
En Entroido, Rosi corta todos los disfraces y cose gran parte de ellos, aunque, debido al volumen de trabajo, cuenta con la ayuda de otras seis costureras en las semanas fuertes. “Son uns postos de traballo que se xeneran durante tres meses”, cuenta la costurera. “O noso tope son 600 disfraces. Máis xa non podemos coller porque é físicamente imposible”, añade Fernández, que el año pasado notó especialmente el daño causado por la cancelación del carnaval, que supone el 80 por ciento de la facturación anual de su negocio.
Disfraces peluche o un "satisfyer", entre los disfraces más curiosos
Como los artesanos que elaboran las Pantallas, Rosi es capaz de reconocer todos los disfraces que ella ha confeccionado a familias enteras: “O outro día veu un chico de 18 anos que eu xa lle facía os disfraces aos pais”, relata Rosi.
Entre las peticiones estrella para el carnaval limiano están los peluches -para el frío- y, entre las más curiosas que ha recibido la costurera, un “satisfyer” o un preservativo: “Eu pensaba, ¿un ‘satisfyer’, como fas iso? Pois si, fíxeno. E foi moi gracioso”, cuenta entre risas y sin dejar de trabajar con la máquina de coser. Y es que el tiempo apremia y, aunque falte el sueño, también Rosi tiene ganas de disfrutar: “O mércores xa durmiremos”.
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