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Mario Pansera: "El crecimiento infinito de la tecnología genera frustración a la gente"

Entrevista

El investigador italiano residente en Allariz ha conseguido la bolsa "Starting Grant" del Consejo Europeo de Investigación

Mario Pansera. Foto: Óscar Pinal
Mario Pansera. Foto: Óscar Pinal

Mario Pansera, italiano residente en Allariz, es uno de los 200 investigadores de todo el mundo que, en este 2021, ha conseguido la bolsa "Starting Grant" del Consejo Europeo de Investigación. Pansera trabajará, junto a un equipo interdisciplinar, en el proyecto "Innovar sin crecer", sobre cómo se pueden construir universidades, centros de investigación, gobiernos o empresas que no estén obsesionadas con el crecimiento económico. La investigación se desarrollará en la Universidad de Vigo, en Pontevedra, y contará con un financiamiento europeo de 1,5 millones, y de la Xunta de Galicia -en total casi dos millones de euros-.

Su proyecto parte de la relación entre la tecnología y la sociedad, sugiere que la primera no es neutral.

Mi campo de estudio tiene que ver con la relación que existe entre la tecnología y la sociedad. Cómo influye la tecnología en el campo social y viceversa se analiza desde la década de los 70. Un ordenador, un móvil, una carretera o un coche tienen en su diseño valores e ideas políticas de las personas que han desarrollado esa tecnología. Está demostrado.

¿Cuál es la idea fundamental del proyecto?

Cuestionar la creencia de que cuanto más tengamos, mejor, y cuanto más innovemos, mejor. Cuestionar, eso sí, desde la perspectiva de la tecnología y la investigación.

Y no es necesariamente así.

No, no lo es y está bastante demostrado. En España hemos tenido en los últimos 40 años un crecimiento económico sostenido, en cambio, a partir del 2.000, las generaciones más jóvenes han visto deteriorado su futuro. El PIB no mide el bienestar, sino la transacción económica.

¿Cómo se cuestiona el crecimiento infinito desde la tecnología y la innovación?

La ideología del crecimiento infinito también se traduce en que tenemos que desarrollar cuanta más tecnología, mejor. Las empresas se ven obligadas a innovar continuamente y a sacar productos nuevos. Esto tiene dos problemas grandes: el impacto ambiental y de límite de recursos.

Y a nivel personal, ¿cómo afecta al propio consumidor?

Le genera frustración. Cuando sale un ordenador o un teléfono nuevo, le da la sensación de que lo que tiene se queda obsoleto, feo o inadecuado. El resultado es que mucha gente está en un continuo estado de frustración porque está siempre pensando que le falta algo.

"Allariz es un oasis en Galicia de progresismo, de ideas nuevas, siempre lo fue", dice el investigador italiano

¿Qué propone usted?

Frente a la ideología de la innovación que tiene que avanzar destrozando, que destruye para construir algo nuevo, lo que propongo yo es una innovación en la tecnología basada en la ética del cuidado. Generar un sentido de autosuficiencia, no de frustración. La tecnología no tiene que servir para aumentar el PIB, sino para que la gente esté bien, para resolverles los problemas. No podemos crecer al infinito, no podemos producir siempre más y más, no podemos seguir con este modelo de desarrollo de crecimiento del PIB, compra de nuevos productos... No es sostenible, va a acabar.

¿Qué se podría hacer como primer paso?

Cambiar la organización del trabajo dentro de las empresas. Crear fábricas y empresas autogestionadas por los trabajadores. Que todos decidan por ejemplo, lo que la fábrica tiene que producir, cómo, la relación con los clientes y la estrategia. Ya hay muchas cooperativas sociales en Italia o de producción agroecológica en Galicia. Funcionan con la idea de que no hay que crecer, hay que mantenerse o incluso en algunos sectores hay que decrecer.

En Allariz hay varias iniciativas de agroecología y economía circular.

Allariz es un oasis en Galicia de progresismo, de ideas nuevas, siempre lo fue. Hay ciudades como Pontevedra que están experimentando esta línea. Mi idea pasaría porque los supermercados de aquí vendieran el 60 por ciento de productos locales elaborados en base a la agroecología o que los comedorres de los colegios gallegos los ofrecieran, pero hace falta más implicación supramunicipal.

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