La cosecha de patata en A Limia merma entre un 35 y 40% por el calor
Los campos se recogieron en tiempo récord y la producción rondará los 80 millones de kilos
Las unidades de tubérculo que quedan en campo limiano son ya residuales. La cosecha del 2022 está a punto de marcarse en verde y, tal y como apuntaban las previsiones, terminará con una importante merma: entre un 35 y un 40 por ciento menos de patatas recolectadas por la incidencia del calor. Desde el Centro Agrogandeiro de Xinzo hablan de una cosecha concluida en tiempo “récord” como muestra de que, efectivamente, las unidades por hectárea han sido muchas menos que otros años -en 20 días se había recolectado el 90 por ciento del producto-. También hablan de una campaña “heterogénea”, pues quien adelantó la siembra a abril -zonas más altas y secas como Trasmiras, Vilaseca, Piñeira y Solveira- no padeció la misma merma que los que plantaron a mediados de mayo o junio. “La producción en A Limia se situará en torno a los 80 millones de kilos -un año normal ronda entre 120 o 130-”, concluye Servando Álvarez, responsable del centro técnico.
Variedades
El porcentaje de disminución también está sujeto a la variedad de patata plantada: en Kennebec, de un calibre final más que aceptable, los efectos del exceso de calor fueron menores que en Agria, destinada a la industria de frito. “Hay agricultores que han sacado una producción normal, e incluso superior, pero otros cuya producción se cayó hasta los 20.000 kilos por hectárea. Ha sido un año muy heterogéneo”, expone Álvarez. Y es que, como viene ocurriendo los últimos años, los golpes de calor frenan el engorde del tubérculo, especialmente en Agria. “Nos encontramos que hay mucho tubérculo, pero en una parte de la cosecha es pequeño. No han sido capaces de crecer hasta un tamaño de venta aceptable”, añade el técnico del Inorde. En términos generales, la cosecha media por hectárea -contando ambas variedades- se queda en los 35.000 kilos por hectárea -lo normal serían más de 45.000 kilos por hectárea-.
En estos días de tregua por lluvias, se recogen las últimas parcelas. Lo que queda es ya anecdótico. El presidente de los productores de patata, Amador Díaz, coincidía en su análisis de la campaña con Álvarez: “En esta semana, si el tiempo ayuda, daremos el empujón final. Hay una merma considerable, especialmente en Agria, que es la que más se plantó -un 60 por ciento del terreno se sembró con Agria, frente a casi el 40, que fue con la variedad Kennebec-”.
Precios "golosos" en el mercado
La situación de merma de cosecha no es exclusiva de A Limia, ya que la reducción se ha dado en otras zonas productoras del país. Tampoco obedece a una disminución de hectáreas plantadas, ya que a priori, y según subrayan desde el Centro Agrogandeiro, la media sigue siendo la misma en tierras limianas: entre 3.000 y 3.300 hectáreas de superficie se plantaron en la presente campaña. Desde este pasado verano ya se pueden encontrar sacos de patata cultivados en la comarca en los establecimientos comerciales y los precios en el mercado libre son buenos para los productores -se habla de hasta 40 céntimos el kilo-. Sin embargo, no se pueden echar las campanas al vuelo si se habla de contratos cerrados o se tiene en cuenta la merma del producto. En el primer caso, los contratos previos habrían rondado los 18 céntimos el kilo -lo que se pagaría al productor-, una cifra que no se quedaría muy lejos del coste de producirlo dado el encarecimiento de insumos y del propio proceso productivo -productos fitosanitarios, combustible-. La patata ya se dirige a las grandes superficies comerciales, industrias de frito, a los almacenes o a la venta directa -personal u online, un canal que cada vez gana más adeptos para complementar las ventas-.
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