La despensa de Xinzo

De la tierra, al almacén y del almacén a toda España. Xinzo y, por extensión, la Comarca de A Limia, es una auténtica despensa para hogares, restaurantes e industrias de frito. Tras un periodo complicado marcado por la pandemia y la adaptación a los cambios en la normativa fitosanitaria -ya no se puede usar el antigerminante Clorprofam- el sector atraviesa, a priori, una buena campaña, a falta de que se regulen los precios en el mercado y se pueda determinar también si lo será en cuanto a valor del producto.

Con las últimas unidades por recoger, principalmente en las zonas más tardías como A Lagoa, la actividad se centra ahora en los almacenes de tubérculo, a donde no dejan de llegar tractores cargados con miles de kilos, especialmente, de las variedades Agria y Kennebec: carretilleros, calibradoras o transportistas de sacos pesados se afanan en las tareas.

El proceso es mecánico y minucioso, pues es necesario seleccionar, después de pasar por el búnker de descarga, los calibres correctos, y desechar aquellas unidades que presenten algún tipo de podredumbre o golpe. En cuanto al tamaño, las patatas destinadas a mercado convencional -supermercados- no podrán superar un diámetro de 80 milimetros, ni ser inferiores a 40 milímetros. La producción que no entre en esos estándares tendrá otros destinos: “Se van a restauración y también a lugares que, por ejemplo, prefieren patatas más gruesas, como, por ejemplo, Andalucía”, explica Diego Conde, gerente de Patatas Conde, que comercializa entre siete u ocho millones de kilos de patata de A Limia al año. Rosa Santana lleva trabajando 14 años en la línea de calibrado: ”Es importante ser ágil porque a veces tienes 10 tractores esperando en la puerta”, asegura la trabajadora. “Hay una preselección para almacenado y una selección posterior, que es cuando se empaquetan las patatas para el mercado o para la industria”, añade.

Las patatas se van almacenando en grandes cajones que son transportados por carretilleros como José Luis Ferreiro, que lleva dedicándose a esta tarea 18 años: “No es solamente colocar las cajas, sino que hay que documentarlas con la identificación de la variedad, de la finca y del productor”, explica el trabajador.

Una vez se termine el trabajo de llenar las naves -en el caso de Patatas Conde, se pueden almacenar hasta dos millones de kilos en cada cámara, aunque lo habitual es 1,5- y se apliquen los tratamientos antigerminantes -este año con DMN, alternativa al Clorprofam-, las patatas irán saliendo progresivamente hasta los meses de marzo y abril. “Es importante que el almacén esté oscuro, con la correcta humidificación -para evitar que haya una merma excesiva en el peso de la patata- y con una temperatura de entre ocho y 10 grados”, apunta Conde. “Las patatas, dependiendo del lote y manteniendo los parámetros de temperatura, pueden aguantar incluso hasta principios de mayo en almacén”, añade. Las patatas están saliendo ya a toda España y en el sector tienen esperanza: “No hemos recuperado los precios competitivos de antes de la pandemia, pero lo importante es que no caen. Veremos qué pasa”, dice Conde.

A falta de recoger las últimas unidades de A Lagoa, la cosecha estaría completa

La campaña de recogida de patata se adelantó varios días -se inició en algunos puntos a comienzos de septiembre- con respecto al periodo tradicional, fijado en la segunda quincena de septiembre. Como se auguraba en el sector, las primeras unidades recolectadas anticiparon una buena cosecha en número, calibre y calidad. Estaríamos ante un promedio de entre 120 o 130 millones de kilos, después de que, el año pasado, la cosecha fuera ligeramente inferior debido a la sequía estival y el calibre más justo. “El tiempo nos ha venido muy bueno, las patatas no entraron con humedad”, aseguró Diego Conde.

Este año se plantaron en la comarca unas 3.500 hectáreas de terreno, lo habitual en un año normal.