Manuel Leyes Vence, traumatólogo y cirujano ortopédico ourensano: "Tenemos una sanidad pública buenísima y de mucha calidad"
AFILANDO INCONFORMISMOS
Manuel Leyes Vence, traumatólogo ourensano, afila su inconformismo con La Región
Manuel Leyes Vence (Ourense, 1967) es, sin duda, el traumatólogo más solicitado en el deporte de élite. Por sus manos han pasado figuras como Carlos Sainz, Contador, jugadores de grandes ligas o Carolina Marín. Se enamoró “hasta los huesos” cuando llegó como alumno interno a la Clínica Universitaria Navarra, al departamento de traumatología, “era muy bueno y lo lideraba el profesor José Cañadell. Creo que me influyó su figura, un traumatólogo de mucho prestigio y que tenía además muchísimas cualidades como persona”. Tras décadas de experiencia y miles de operaciones, algunas revolucionarias, confiesa que su sueño ahora es “poder dormir. Descansar cuando llego a casa”.
Viene de una familia entregada a la sanidad. ¿No había escapatoria?
Mi padre era médico, mi abuelo y mi bisabuelo. Probablemente me influyó y me gustó lo que veía. Mis padres me ayudaron para que me pudiera formar bien, pero nunca me presionaron en ninguna dirección. Siempre me llamó mucho el deporte y una de las opciones para estar cerca del deportista, era la medicina. También me gustaba la arquitectura, pero llegado un momento no tuve duda.
Sufrimos con la lesión de Carolina Marín en los JJ.OO. Después de operarla, ¿qué cuesta más curar, una rodilla o el alma?
El caso de Carolina es especialmente cruel porque lo que le ha pasado es tremendo. Creo que es más difícil curar el alma. Pero es verdad que Carolina tiene una capacidad de superar adversidades que no es normal. Ya ha anunciado su intención de volver. No quiere que su última imagen en el deporte sea la lesión. Si hay alguien capaz de superarlo es ella. La ayudaremos y no me extrañaría que volviese a jugar y a ganar el europeo.
No conformarse, ¿cómo es de importante?
El médico debe dar su consejo, pero no debe juzgar al paciente. Estos deportistas muchas veces pueden con todo y muchas de las cosas que hacen se salen un poco de la lógica del paciente y de la medicina normal. Tengo la historia conocida con Carlos Soria. Con una rodilla muy gastada, con 82 años, me pide una prótesis para seguir subiendo ochomiles, y claro no hay experiencia, no se ha hecho nunca y tú te fías, porque ves que el paciente está convencido. Y te acaba demostrando que se pueden hacer cosas que a nosotros nos hubiesen parecido imposibles.
“Cuando operé a Zidane, al que admiro, no diré que estaba nervioso, pero sí que fue algo especial”
Entonces, ¿ los deportistas están hechos de otra pasta o es que tienen otra preparación?
La pregunta de siempre es si el deportista de élite nace o se hace. Yo creo que necesitas ambas cosas. Un investigador sueco decía que si uno quiere ser campeón olímpico debe tener mucho cuidado al elegir a sus padres, y es verdad. La dotación genética influye muchísimo. Hay que tener cualidades heredadas y después una dedicación tremenda. Se ha calculado que hasta un 66% de las diferencias en la capacidad atlética se explican por los genes. Son personas singulares, no tengo duda.
Es el médico de los deportistas de élite. ¿Eso añade más presión?
Tienes más presión por los medios, por el Club, por el entorno del jugador. Pero cuando llega el momento decisivo, cuando tienes que tratarlo, no cambia mucho. Yo tengo la capacidad de abstraerme y me centro en el problema concreto del deportista. Puedes tener presión antes de operar e incluso después, pero no en el momento de la cirugía.
Ha reconocido ser mitómano, ¿alguien con quien se pusiera más nervioso?
Yo he admirado siempre a Zinedine Zidane y, aunque su cirugía no era de las complicadas, la verdad es que cuando le operé, no diría que estaba nervioso, pero sí que fue una situación especial. Me pasó también con Sergio Ramos, siendo capitán del Real Madrid y de la Selección. Sí que impone un poco más cuando estás operando a una persona que siempre has admirado.
¿Cuál es el miedo más frecuente en sus pacientes? ¿Es el mismo en todos?
Es parecido. Todos los pacientes, en mi especialidad, tienen miedo fundamentalmente, a no recuperar la función, a quedarse con limitaciones.
¿Cuál es el pasado y el futuro de su especialidad?
La traumatología siempre se ha considerado una especialidad muy basada en la biomecánica y ahora está evolucionando un poco hacia la biología. Aunque todavía la mecánica tiene un papel fundamental, ahora se trabaja más con terapias regenerativas, cultivos celulares. También ha entrado la cirugía robótica y la Inteligencia Artificial.
¿Eso podría llevar, en un tiempo no muy lejano, a eliminar las prótesis?
La realidad es que eso está lejos. Diría que desde que empecé, cada año que pasa se ponen más prótesis, en parte por el envejecimiento de la población y en parte, porque no hemos solucionado de forma satisfactoria el problema del desgaste del cartílago.
La investigación, ¿cómo de importante es?
En EEUU para crecer profesionalmente es necesario tener una actividad académica e investigadora importante. En España, quizás no se reconoce tanto. Pero el papel de la investigación es crucial, porque es lo que nos permite seguir avanzando. Uno de mis maestros, el profesor Guillén, tenía una frase que decía con frecuencia: “Cada día que no mejora pronto deja de ser bueno”. Y es cierto. Lo que hacíamos al acabar la residencia, ya no lo hacemos prácticamente. Es importante estar al día, investigar e innovar.
Desde la Sanidad privada, ¿cómo ve la pública?
De cerca, mi mujer trabaja en un Hospital Público. Creo que los profesionales de la pública son igual de buenos y, en muchos casos, mejores que los de la privada. Lo que creo es que en muchos sitios, en la privada, se optimiza un poco mejor el tiempo y también los recursos. Tenemos una Sanidad Pública buenísima, de calidad, a la que tiene acceso toda la población, y eso es un lujo y un logro tremendo para nuestro país que debemos cuidar. La diferencia es la optimización de recursos, pero la calidad es igual o superior en la pública.
Ha dicho que Ourense es su casa ¿Nunca pensó en ejercer en esta ciudad?
Ourense es, desde luego, mi patria, mi ciudad. Me encanta y siempre que puedo, vuelvo. Pero el perfil de la actividad a la que me dedico es muy difícil tenerlo en una ciudad pequeña. Aprendí que, aunque el deportista ocasionalmente se puede desplazar a ver a algún especialista, las clínicas y consultas que se dedican a esta especialidad tienen que estar cerca del deporte.
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