Tribunales

El alcalde de Molgas se siente víctima de un delito de odio

El operario niega que le llamase “gallego de mieda” y dice que el regidor le golpeó e insultó

Un operario del servicio de limpieza y mantenimiento del Concello de Baños de Molgas que a las 9,40 del 3 de noviembre de 2020 debía estar cortando piedras en una finca en vez de en un bar de Almoite, en donde tomó  el bocadillo a deshora, acabó de la peor manera posible, en la sala de vistas de la Audiencia de Ourense. El trabajador Manuel G.I. fue juzgado este lunes, acusado de un delito de atentado, por supuestamente dar tres manotazos al alcalde del BNG, Xaime Óscar Iglesias Pérez. El Concello, que ejerce la acción popular, también le atribuye un delito de odio porque, según sostiene el regidor, el inculpado le llamó “gallego de mierda”, al tiempo que lo instaba a arrodillarse y pedirle perdón. Ello, en alusión a su ideología nacionalista, asegura el abogado del ente local.  Reclama una condena de hasta tres años y medio de cárcel y multa por un delito leve de lesiones  (la fiscalía año y medio de prisión y multa porque no contempla el delito de odio).

El acusado niega todo. “No nos peleamos sino que discutimos y le dije si se creía mejor, que también  yo era un gallego de mierda”, explicó el inculpado al tribunal. Y añadió: “Nací en Galicia, me vine después desde Cataluña para que mis hijos nacieran aquí y vivo en Baños de Molgas”. La ideología del alcalde le trae sin cuidado, dijo. “No me importa la política, y hemos estado de copas juntos y mi mujer hasta nos ha hecho de chófer a los dos”.

La versión del operario e Iglesias Pérez solo coinciden en que hubo un primer encontronazo verbal en el bar cuando el alcalde le recriminó que no estuviera trabajando a una hora que el mandatario local no encontraba justificada. El acusado tomaba un café (había empezado la jornada a las ocho de esa misma mañana) y su compañero de oficio, un chupito.  El inculpado, aunque admite que nunca debieron llegar a juicio, responsabiliza al regidor de mala educación cuando entró airado en el establecimiento. Según esa versión, les dijo: “Pasade a traballar!; non tedes sangue, non servides para traballar”. 

El inculpado atribuye a la supuesta víctima un primer golpe en el hombro y los hechos acontecidos posteriormente cuando se disponía a partir en el camión. “Abrió la puerta del vehículo y siguió increpándonos y diciendo que sólo servíamos para tomar chupitos en los bares”. Ya fuera del camión, el alcalde dice que recibió “tres guantazos” pero el investigado sostiene que se limitó a repeler su mano. “Nos menospreció e insultó en la calle y me puso la mano encima, pero no nos peleamos, más bien discutimos”, explicó a preguntas de la fiscal. Y se desvincula de la caída del mandatario local sobre el capó de un coche allí estacionado.

Camión escondido

La víctima ofreció una versión menos idílica y destacó que los trabajadores municipales intentaron esconder el camión para que no se viera desde la carretera porque no estaba aparcado delante del bar. La dueña del establecimiento asegura que escuchó la alusión que fundamente la acusación por el delito de odio y el compañero de faena apoyó la versión de Xaime Óscar Iglesias. “El alcalde no empujaba, era José Manuel”, aseguró. 

González Iglesias aprovechó el derecho a la última palabra para lamentar que el tema se hubiera judicializado en la Audiencia (el delito de atentado está más penado por ser miembro de la corporación local). “Somos amigos y lo hubiéramos solucionado como personas que somos”, aseguró ante la los jueces.

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