Artesanas del almendrado alaricano desde hace un siglo

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photo_camera María Jesús Plaza junto a su madre, Luisa Seara, sostiene una bandeja de almendrados. (Miguel Ángel)
Las monjas de Allariz confiaron su receta para elaborar almendrados a varias mujeres de la villa. Luisa Seara, de 95 años, es una de las que perpetuó esta tradición confitera. 

A sus 95 años, a Luisa Seara le cuesta recordar algún instante de su vida en el que no tuviese el delantal puesto y las manos en la masa y en las obleas para elaborar sus famosos almendrados. Este mismo miércoles ayudaba en esta tarea a su hija María Jesús Plaza, la tercera generación de una familia confitera conocida por vecinos y visitantes. Y es que nadie se va de Allariz sin probar los almendrados ni la tarta de almendras que elaboran de manera totalmente artesanal. 

Los hornos de este obrador de la rúa Emilia Pardo Bazán llevan encendidos más de un siglo. Cada día, a las seis de la mañana, comienza el trabajo: Todos los días se hacen almendrados y tartas. María Jesús estima en una treintena las bandejas diarias de almendrados que hornea, una cifra que se incrementa los fines de semana, cuando los turistas llegan a Allariz.

Luisa recuerda que su madre, que comenzó vendiendo los almendrados en fiestas y ferias de la villa alaricana y alrededores, aprendió, como muchos otros reposteros alaricanos, a elaborar la receta gracias a las monjas. “Moitas veces, se quería saber algo ía a xunto das monxas”, cuenta la confitera alaricana, que también vendió almendrados en bodas o eventos como el San Benito, en A Barreira. “Antes non era como agora que hai tendas”, añade. 

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Madre e hija elaborando los almendrados que luego hornearán. (Miguel Ángel)

Cuando se le pregunta a Luisa por el secreto para conseguir elaborar un producto tan sabroso contesta rotunda: “Segredo ningún”, dice. “Unha materia prima boa”, puntualiza su hija. Ambas pasan muchas horas en en el bajo de su vivienda, en donde tienen las cocinas. Al lado, Confitería Luisa. Aunque es María Jesús -junto a una empleada- la que lleva el peso del trabajo, su madre sigue disfrutando con la elaboración de almendrados: “Prefiro vir aquí que botar o sono pola tarde. Se durmo a siesta pola tarde como fan moitas, logo á noite ¿que se vai a durmir?”, se pregunta. 

Aunque ahora ya no hacen las típicas almendras de pico, la historia de Confitería Luisa comenzó con ellas: “Cando a miña nai era nova, a muller estaba na casa, traballando. Na casa da miña nai eran cinco mulleres e dedicábanse a facer as almendras. Como na casa dela, en moitas de Allariz”, cuenta María Jesús, que ya se ve como la última generación de las artesanas del almendrado de esta familia. “É un traballo duro”, confiesa. “Eu ás veces non durmía”, apunta Luisa, que, sin embargo, asegura que la confitería le ha dado mucha “felicidad”. María Jesús secunda a su madre: “Ai, eu neso son como ela… Non facer nada é aburridísimo!”.

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