A la caza de inversores

El capital parece no entender de fronteras y nuestro Estado y su economía, por la huida de capitales, se encuentra cada día más esquilmado.
Por todo lo anterior, al Gobierno de turno, sea el estatal, el autonómico, o el europeo, les compete la responsabilidad de animar a los grandes y fuertes inversores que son el sostén o los pilares de nuestro sistema financiero, y que pueden contribuir a la estabilidad de la maltrecha economía. No hablemos pues más de recortes, sino también de la necesidad de mejorar los ingresos, y de la necesidad de que los empresarios fuertes se comprometan de manera valiente y decidida a trabajar y apostar por España y, de paso, los españoles nos comprometamos a trabajar un poco más, y a ser menos rentistas y más comprometidos con la realidad colectiva de nuestro tiempo.

Nuevamente volveremos a gritar a los cuatro vientos la necesidad de implementar políticas de estímulo a la inversión, al crecimiento y hacia la confianza. No podemos hacer realidad la frase 'que un rumor se hace cierto si se expone y publica que así es'. Si la energía, el futuro de nuestras acciones, sigue al pensamiento, hace falta pues crear un banco de pensamientos y de tiempo en positivo, al margen de los devaneos políticos.

Salgamos a las calles, a los bancos, a las empresas, a otros países, a cualquier sitio, y hagamos a modo del predicador o del almuédano que hace una llamada, y digamos que en España, con seguridad, merece la pena invertir. Esa debe de ser la campaña de verano que toda la clase política debe de fortalecer, y predicar el eslogan de que España es rentable, viable y un lugar para invertir y para vivir. El tiempo juega en nuestra contra.

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