DESCARRILAMIENTO: ESTABA CANTADO

El interrogante nos persigue como una de las incognitas detrás del accidente de Angrois.
Desde cualquier punto que se mire persiste la duda de que en caso de un desfallecimiento del maquinista o de un supuesto error humano durante la conducción, no estén activados los sistemas de frenado de emergencia. En el caso de nuestra red ferroviaria se sabe que las consecuencias del error humano son evitables en gran medida con la asistencia de la tecnología, por lo que debe ser imperativa. No hacerlo así puede encubrir negligencia. Ahora se trata de que los responsables den la cara y asuman su responsabilidad política, igual que la ha asumido el maquinista del tren accidentado: un voto de confianza para este trabajador, quizá el más denostado. Y ello podría sugerir un cambio de criterio en las conclusiones del descarrilamiento: estaba cantado. Que a su vez debe ser investigado por unos profesionales que no pertenezcan a las camarillas de siempre (sus compinches) como ha ocurrido otras veces. Y eso implica más recursos para la investigación de la Guardia Civil, si bien creo que la prueba principal está en la calle.

Hace tiempo que se viene denunciando por los profesionales de Renfe recortes que están afectando a la seguridad del ferrocarril. Estas denuncias no son ajenas al proceso de privatización que se ha iniciado en Renfe como en Adif priorizando el beneficio económico. Y eso es grave en un trazado en el que hay que reducir la velocidade de los 200 km/hora a los 80 km/hora. Cuando se toma una decisión de esa envergadura hay que asumir la responsabilidad que conlleva. Y es la convicción de que nuestra red de ferrocarril debe seguir siendo pública, con un beneficiario único: la sociedad.

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