Presidir una comunidad de montes o vecinos

No es grato el ser presidente de una comunidad de montes de un pueblo debido a una multitud de problemas a los que te tienes que enfrentar diariamente para dirigirla bien. Lo peor es que primero te tienes que enfrentar a tus propios vecinos, con los que tienes que convivir diariamente y tienes que hacerles comprender que tienen unos derechos, pero que también tienen unas obligaciones que cumplir.
La mayoría colabora, pero siempre hay alguno que quiere llevarte la contraria y hacer lo que a él le interesa.

Son muchas las horas que tienes que pasar para solucionar los problemas que en realidad son problemas de todos, pagando desplazamientos de tu bolsillo porque la comunidad no dispone de fondos suficientes para cargar con todo. Pero mirando atrás, tienes la sensación del deber cumplido, ya que has hecho cosas por tu pueblo, por tu gente, y algo muy importante, has conseguido que se solucionen muchas de las carencias que tenían tus vecinos.

Después de años de luchar por tu pueblo, decides que alguien tiene que relevarte, que ya has cumplido tu misión y que tienen que ser otros los que tienen que implicarse, gente que esté dispuesta muchas veces a dejar a un lado sus cosas, su familia, para trabajar por el bien de toda la comunidad, por el bien de todos los vecinos en general.

Y al final sientes que ha merecido la pena, que has sido útil, para dejarle a las nuevas generaciones un medio ambiente más habitable y con más riqueza.

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