el reencuentro con la política

Los políticos caminan a la deriva; sus pies no encuentran el fundamento de sus proyectos.
Si la política ha de reinventarse no se hará sin una refundación de la formación de los políticos. Más allá del tacticismo coyuntural, necesitamos la política como actividad ética. Gran parte de la responsabilidad recae en los políticos que, por acción u omisión, contribuyeron a que el deseo desbocado de la especulación invadiese el campo de la toma de decisiones. La democracia interna de los partidos es una condición irrecusable. Se ha preferido el sistema de cooptación en el que prima la fidelidad al jefe. Los políticos no deben formar un grupo aparte dentro de la sociedad, sino que han de ser su expresión integral.

La actividad de los políticos ha de estar presidida por el humanismo más radical, el sentido ecológico de la actividad industrial y la economía sostenible en una sociedad global con respeto a la diversidad cultural . Llama la atención cómo partidos de otras latitudes y de todas las ideología cuidan meticulosamente la formación de un bagaje profundo y racionalizado de sus políticos. En nuestros parlamentos priman los abogados. Lo cual indica que estamos más atentos a la creación de normas, que a la creación de riqueza.

Además de la voluntad de servicio a los ciudadanos, el desarrollo de la sociedad necesita gestores dotados de una formación amplia y profunda. Los políticos con formación estarían más capacitados para saber escoger entre las diversas opciones que pueden presentar los técnicos y los intelectuales.

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