rubalcaba, apóstol

'Una de las cosas que primero urgiré al nuevo gobierno desde la oposición será la denuncia o revisión de los convenios entre la Santa Sede y el Estado español'. Nadie me lo dijo, ni lo vi escrito en ningún sitio. Se lo oyeron estos oídos a Rubalcaba como una de las últimas proclamas a sus huestes en el discurso de postelección. Lo de Doña Carme no fue lo mismo, pero fue igual. 'Este país, España, tiene que ser un estado laico, laico...'. En algunas voces lo de laico es una disimulada 'contracción' ya sabemos de qué.
La crisis que a todos nos aterra no es lo más importante en este momento. La salida de esta situación angustiosa, trágica, en que vivimos, no es lo más acuciante. Lo que más urge en estos momentos, en opinión de algunos 'responsables', es descubrir y aplicar cualquier sistema de acoso y derribo a la fe, sobre todo a la Comunidad Católica de España. No importa lo patriotas que los católicos fueran o dejaran de ser.

Así como algunos desafortunadamente en tiempos oscuros han querido hacer religión de la política, así ahora, en nuestros tiempos, proliferan los pseudoprogres que quieren desde la política acabar con la religión. A muchos de estos ofuscados, ni siquiera les disuaden históricos y reiterados fracasos. Repiten fanáticamente sus tentativas. Algunos tampoco son conscientes de lo que han hecho no es tal vez haber perdido la fe. Lo que sí han hecho es pasarse simplemente a otro credo, laico, con sus dogmas y sus decálogos que defienden y propagan con el más auténtico y envidiable celo religioso.

Algunos científicos luchan por descubrir la famosa partícula de Dios. Algunos 'políticos', en cambio, nos han descubierto ya la partícula del diablo, el origen de todas las crisis y de todos los males que nos aquejan. No son los políticos, no son los banqueros, no son los especuladores, ni cualquier inocente de nosotros. El día en que el Tiber arrastre el Vaticano y el Mediterráneo se lo trague quedará la humanidad libre de impurezas, en carne limpia y tierna como la de un niño. Allí radica el origen de todos los males.

La Iglesia no hace pobres, señor Rubalcaba. La Iglesia incluso intenta socorrer a los pobres que fabrican los malos políticos. No hay más que molinos de viento. No son gigantes lo que usted ve, señor Rubalcaba. Ser político no es fácil. Ser ideólogo tampoco. Ser las dos cosas a la vez es demasiado para algunos. De alucinar vaya usted más lejos y más alto. Culpe usted a los marcianos, señor.

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