UN AÑO DESPUÉS

Vilanova reclama justicia un año después del asesinato de su párroco

La "operación Devotio" sigue abierta y, según fuentes judiciales, se ha ampliado con nueva vías de investigación 

La jornada de hoy está marcada en negro en el calendario de los vecinos de Vilanova dos Infantes, la parroquia de Celanova que hace un año vivía uno de los momentos más duros de su historia reciente con el asesinato del que fuera su párroco durante cuatro décadas, Adolfo Enríquez Méndez (77 años) así como la desaparición de la venerada imagen de la Virxe do Cristal.

Doce meses después, la "operación Devotio" sigue abierta y los dos únicos investigados en la diligencias previas, Elvir F. y su sobrino Arsen F., están en libertad con la obligación de comparecer en el juzgado cada 15 días. Un requerimiento que, hasta la fecha, han cumplido en Ourense y Vilanova i la Geltrú (Barcelona), en donde reside el más joven.

Aunque el caso sigue bajo secreto de sumario, el juzgado celanovés está pendiente de nuevas pruebas. Fuentes cercanas al caso señalan que las vías de investigación se han ampliado, y está pendiente el análisis de los mensajes de texto intercambiados entre los dos imputados, quienes conocían perfectamente a la víctima (acudían a la rectoral a pedir limosna y el párroco les dio trabajo en alguna ocasión).

Que paguen lo que hicieron

La detención de los dos croatas, en la madrugada del 15 de enero, y su posterior puesta en libertad dos días después, supuso un jarro de agua fría para la familia y amigos de la víctima. Así lo reconocía ayer el sobrino y portavoz familiar, José Manuel Enríquez, que se confesaba incapaz de explicar a sus padres por qué aquel frío domingo de enero los dos únicos investigados por la muerte de Adolfo Enríquez salían en libertad. "¿Cómo se les explica eso a unos padres? No lo entienden", confesaba, para acto seguido reiterar que la familia no quiere un inocente en prisión, pero sí que se dé con los culpables y que ingresen en la cárcel.

Siempre prudentes y respetuosos con el desarrollo de la investigación, con la cual han colaborado siempre que han sido requeridos sin necesidad de focos mediáticos, José Manuel Enríquez subrayó que "seguimos creyendo en la labor ardua e incansable de la Guardia Civil, porque es lo único que tenemos. Es la que ha trabajado y verdaderamente se ha interesado y quien se ha puesto las pilas", y expresó su confianza porque la labor de los agentes del instituto armado y personal de la judicatura permita que "esos o quienes sean los culpables paguen lo que hicieron. A mi tío no me lo van a devolver", concluía.

En el núcleo medieval donde Adolfo Enríquez ejerció de párroco durante 44 años, los ánimos están bajos. "Los vecinos están con la tristeza de que no se encierre a los culpables, menos soliviantados que antes pero nada contentos con el cariz que tomaron los hechos. Tienen la sensación de que nadie los cuida", describía el cura Antonio Gómez, amigo de la víctima que tomó su relevo al frente de la parroquia donde este sábado a las 12,00 horas se celebrará la misa de cabodeano.

Los propios vecinos fueron los primeros en señalar públicamente como sospechosos al grupo de personas que acudía con reiterada frecuencia a pedir limosna a la rectoral. Por eso no es de extrañar que, pese al secreto del sumario, en el entorno de la víctima todavía crean que hay base para pensar que los dos investigados en el caso están presuntamente relacionados con el crimen. Una opinión alimentada por las propias noticias de las que se han hecho públicas en este último año sobre la relación que mantenían con el párroco, con quien estuvieron en varias ocasiones el día de su muerte, que conocían bastante bien los entresijos de la casa y que, pese a que practicaban la mendicidad, conducían buenos coches, comían bien y rechazaron a los abogados del turno de oficio (justicia gratuita) tan pronto fueron detenidos.

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