Acaba de recibir la Biznaga de Plata como mejor actor por dar vida a un "hippy" enfermo que viaja a India atado a una silla de ruedas. Tiene 71 años y a sus espaldas casi sesenta largometrajes, pero el actor Juan Diego sigue amando apasionadamente el cine.
"En mi pueblo (Bormujos, Sevilla), había teatro; cuando vine a Madrid, para mí el cine no contaba. En cambio, la televisión me parecía un lujo, porque me veía mi madre todos los días. La pasión por el cine me llegó con 'Los santos inocentes': fue cuando me di cuenta de que se podían hacer personajes tan importantes como los de teatro".
El intérprete habla con Efe con motivo de la promoción de su última película, "Anochece en la India", que ha escrito y dirigido Chema Rodríguez, un debutante que se siente tan afortunado como "el Tata Martino con Messi" tras haber dirigido al sevillano.
"No he buscado nunca un personaje o un director, a mí me eligen. Yo estoy en el mercado con mi muestrario: 'Mire, tengo estas tiras bordadas para hacer su personaje, ¿cuál elige?'", bromea el actor, ganador de tres premios Goya después de nueve nominaciones, entre una treintena de galardones. Y añade: "Me pasa lo mismo con la vida: nunca he elegido nada, sólo ser actor".
Ha hecho tanta televisión como obras de teatro, y como actor es tan conocido por su Padre Coraje o el comisario don Lorenzo ("no me toques los cojones, Paco") como por su interpretación de Francisco Franco en "Dragon Rapide" (1986) o del general Armada en "23-F: la película".
Ha sido un cura anarquista y nudista en "París Tombuctú" (1999), un narco gallego en "Todo es silencio" (2011) y un padre alcohólico capaz de un amor desmedido en "Vete de mí" (2006).
Ahora es Roberto, que tiene ELA y vive atado a una silla de ruedas. En su juventud organizaba viajes a la India y guarda de entonces los mejores recuerdos de su vida. Pero, una vez que la enfermedad empieza a manifestarse en toda su brutalidad, decide acabar rápido.
"Cuando este hombre entiende que su vida va a ser compartir el retrete, dice, 'no, basta de falsa moral'", explica Juan Diego, que defiende a ultranza la necesidad de su personaje de sentirse digno.
Y le entiende perfectamente: "He peleado toda mi vida por no perder la dignidad en todos los sentidos. Yo no puedo vivir sin dignidad, no quiero (...); después de tantos años luchando por la privacidad, de repente no se puede perder".
Cuenta que sólo una vez, con el televisivo Padre Coraje, había sufrido la misma transformación que le ha provocado ahora su personaje de Roberto.
Los actores, dice, buscan las emociones para transmitir credibilidad, y a estos dos personajes se los tenía que "quitar de la cabeza". "No me podía controlar. La verdad cinematográfica hay que fabricarla, y tenerla y construirla, pero también hay que llevarla de la brida o estás perdido", explica.
Y eso le ha sucedido a este hombre de izquierdas que hace ahora "más política que antes", lo que representa "la esencia de la libertad del ser humano".
Basada en una novela escrita por el propio director, "Anochece en la India" ficciona la vida real de un aventurero, Lorenzo del Amo, que sufrió un accidente y quedó tetrapléjico.
"La película cuenta qué pasaría si Lorenzo quisiese acabar sus días en la India en un intento de recuperar el tiempo perdido", al que el director, Chema Rodríguez, crea con parte de sí mismo; como también construye a Dana (Clara Vora), madre, como él es padre, de un hijo con parálisis cerebral.
Una película se nutre de todo, explica el director a Efe, "pero, cuando toma forma, es cuando los actores lo llevan a su mundo, a sus genes, a sus gestos, a sus miradas".
Como el increíble último plano secuencia, de dos minutos y medio, en los que Juan Diego arrastra, de verdad, una silla de ruedas por un secarral desértico, que le valió la Biznaga.
"Lo que quiero -dice, seriamente- es que vaya mucha gente al cine a ver esta película", que se estrena el próximo viernes, 11 de abril.
