El fútbol ourensano tocó techo en la temporada 2012-13, cuando contaba con 89 clubes entre Primera, Segunda y Tercera Galicia. Diez años después hay 52, 37 se han perdido por el camino. El pasado miércoles se producía la desaparición del Sporting Sarreaus, que había debutado en el Grupo III de la categoría de plata y hace un par de semanas atrás le ocurría lo mismo al Sande, en este caso por falta de jugadores.
A través de la historia del fútbol regional, en los distintos enclaves de la provincia sus lugares querían presumir de tener un representante en una competición federada, pero no siempre es sencillo mantenerlo viable según avanza el tiempo.
En la última década, una situación curiosa fue aquel filial del Atlético Vilariño, que siendo campeón de grupo se vio abocado a desaparecer.
En la campaña 13-14 fue cuando se produjeron el mayor número de retiradas (11), entre ellas la del CD Ourense B, que se despidió ganando la Copa Diputación. No fue el único filial, el del Paderne y el del Antela también bajaron la persiana, aunque este último club reapareció en el presente ejercicio.
Lo más inexplicable fue lo ocurrido con el Barbadás B en la liga 14-15, donde ocupando plaza de ascenso a la Preferente, el plantel de Ecay no pudo disfrutar de ese logro. Siete años más tarde el filial azulón retornaba tras la marcha de sus vecinos del Valenzá. Mientras, el Arcos no pudo continuar la competición al retirarse en la segunda vuelta.
Más curiosa fue la participación del Allariz B, que no siguió adelante en la 14-15, regresó tres años después y su ascenso se quedó sin efecto por desaparecer por segunda vez. Pero para el club presidido por Farruco no hay dos sin tres y volvió esta temporada.
El Castrelo de Miño hizo de nuevo acto de presencia en 2012, pero sus ilusiones se esfumaron cuatro años más tarde. El Boado, que llegó jugar en Primera y vivir un derbi ante el Antela, se marchaba al cierre de la campaña 15-16. Peroxa B y Vilardevós completaron las bajas de aquella temporada, aunque estos últimos resucitaron hace dos campañas.
Otra de las situaciones más llamativas se produjo en la temporada 17-18, cuando el Ribeiro, que había alcanzado su cuota más alta desde su fundación al jugar en Preferente, descendió a Primera y puso punto y final al proyecto.
La sangría de clubes que dejaron de competir siguió su curso, aunque sorpresivamente a lo largo de liga 18-19 no se produjo ninguna baja. Terminó siendo una espejismo en el constante goteo de bajas campaña tras campaña.
La presencia del covid
La temporada 19-20 tuvo tuvo que “convivir” con la pandemia y las ligas quedaron inconclusas. El peculiar equipo de Os Chaos no pudo hacer frente a los rigores federativos, aunque solo fue por un año ypor falta de efectivos. Su presidente, Pepe Pego, volvió de inmediato al ruedo. Algo similar le ocurrió al Pontedeva y el A Merca que, habiendo logrado una de las plazas de ascenso a Segunda se vieron ante la necesidad de bajar la persiana.
En la pasada campaña caerían cinco equipos, entre ellos un Padrenda que ya había pasado por esta experiencia nada agradable, el filial del Velle y hasta la Escuela Deportiva de Xinzo, hoy representado por el Antela B.
Lo del Mugares debut y despedida, mientras que el Leiro al no encontrar un relevo en la directiva terminó diciendo adiós, pero con la ilusión de renacer.