El Ourense CF comenzó de la mejor forma posible el año 2023. Lo hizo venciendo al Valladolid Promesas por un gol a cero en un partido en el que fue muy superior, mereció un mejor resultado, pero acabó pidiendo la hora en los instantes finales ante el empuje de los pucelanos.
Era un partido para listos y de no cometer errores. El campo de O Couto, un mal endémico que se arrastra semana tras semana, no permite florituras. La climatología tampoco ayuda y complicado es lograr mantenerse en pie. El Ourense CF entendió mucho mejor lo que había que hacer y salió mucho más enchufado que un Valladolid Promesas que no encontró el camino en la primera parte.
Tras un buen disparo de Gabri Palmás, que sacó un defensa a córner tras centro de Alberto Gil a los cuatro minutos, los locales rompieron el 0-0 al cuarto de hora. Alberto Gil para Tiago Rodríguez que centra, Amin controla y cede para Gabri Palmás que con la derecha manda la pelota al fondo de la red. El gol dio más tranquilidad a los de Rubén Domínguez que manejaban el partido a su antojo y sin peligro para sus intereses. Antes de la media hora el defensa Isra, tras jugada personal que finalizó con disparo arriba pudo hacer el segundo. Y otra vez Gabri Palmás, en el 32, también lo rozó. Remató un centro, otra vez de Alberto Gil, pero su disparo lo devolvió el poste del meta vallisoletano. El delantero de Moaña no tiene la calidad técnica de muchos de sus compañeros, pero su fe, entrega y no dar nunca un balón por perdido le hace ser un jugador importante y que nunca se rinde.
La primera parte finalizó con un disparo de rosca de Amin que sacó a córner el meta Yari y un disparo de Nacho Fariña que se fue arriba. Mereció más premio el Ourense CF, pero no lo tuvo.
Comenzó la segunda parte con más ocasiones locales. Otra para, el ayer omnipresente Palmás, que sacó un defensa y una internada de Tiago Rodríguez que disparó buscando el palo largo, pero que sacó un defensa cuando el meta visitante ya estaba superado.
El 2-0 para los de Rubén Domínguez no llegaba y tocaba sufrir otra vez. El Valladolid de Julio Baptista, que movió el banquillo buscando profundidad se fue arriba, cierto que con más dominio que ocasiones, pero el runrún era que iban a tener su ocasión y así fue. Avisó en el 87 Maroto con un buen disparo que Raúl Marqueta envió a saque de esquina y la más clara fue en el 90. Roberto Arroyo se adentró por la izquierda y su disparo raso se fue lamiendo el poste ante el lamento de los pucelanos y el respiro de los ourensanos. No hubiera sido justo, y aunque el fútbol no entiende de justicia, lo fue.
