El Ourense pudo haber logrado una goleada de escándalo y acabó pidiendo la hora. El árbitro señaló tres penaltis, el portero le paró uno a Yebra, y debutó Osvaldo.
Reflexión de Juan Pérez una vez felicitados los jugadores en vestuarios: Estamos para sufrir. A fe que sí. El Ourense sacó de la chistera una primera mitad efectiva casi al cien por cien y acabó pidiendo la hora debido a la falta de acierto o a los arabescos ante la portería contraria en la segunda mitad.
Reflexión de Juan Pérez una vez felicitados los jugadores en vestuarios: Estamos para sufrir. A fe que sí. El Ourense sacó de la chistera una primera mitad efectiva casi al cien por cien y acabó pidiendo la hora debido a la falta de acierto o a los arabescos ante la portería contraria en la segunda mitad.
El conjunto de Tomé, muy metido en el partido, finalizó los primeros 45 minutos con un rotundo 3-0 y hasta los más viejos del lugar se frotaban los ojos. Tanta dicha no se veía por estos pagos desde hace tiempo. Además, se encontró con un portero, el visitante Emilio, que no tuvo precisamente su mejor tarde.
Sin embargo, algún trauma sufre el futbolista que se siente inseguro. Desconfía hasta de su propia sombra. Jaime, en dos ocasiones, tuvo el balón para empujarlo y se recreó en exceso. Ese mismo Jaime hubiese defi nido sin problemas la pasada campaña. Más. Yebra, que ya había transformado un penalti, se topó con las manoplas de Emilio, que de alguna manera corrigió el error del primer gol, y desvió a saque de esquina.
El tembleque empezó a entrar en el cuerpo rojillo y el 3-2 que subió al marcador encendió las alarmas. La presión y la ansiedad no son buenas consejeras y a estas alturas del guión la autoestima sufre bajones llamativos.
Debutó Osvaldo, el último fichaje, y aunque excesivamente eléctrico, dejó algún destello de jugador veloz y luchador. Regresó Tomás, que respondió con solvencia, y el equipo volvió a mostrar la cara ofensiva que ya había dejado patente contra el Fuerteventura. Ocasiones las tuvo a montones, pero sufrió más de lo esperado. Tres penas máximas aportaron materia de debate y el triunfo saca a los rojillos del descenso, pero esto aventura dientes de sierra.
Sin embargo, algún trauma sufre el futbolista que se siente inseguro. Desconfía hasta de su propia sombra. Jaime, en dos ocasiones, tuvo el balón para empujarlo y se recreó en exceso. Ese mismo Jaime hubiese defi nido sin problemas la pasada campaña. Más. Yebra, que ya había transformado un penalti, se topó con las manoplas de Emilio, que de alguna manera corrigió el error del primer gol, y desvió a saque de esquina.
El tembleque empezó a entrar en el cuerpo rojillo y el 3-2 que subió al marcador encendió las alarmas. La presión y la ansiedad no son buenas consejeras y a estas alturas del guión la autoestima sufre bajones llamativos.
Debutó Osvaldo, el último fichaje, y aunque excesivamente eléctrico, dejó algún destello de jugador veloz y luchador. Regresó Tomás, que respondió con solvencia, y el equipo volvió a mostrar la cara ofensiva que ya había dejado patente contra el Fuerteventura. Ocasiones las tuvo a montones, pero sufrió más de lo esperado. Tres penas máximas aportaron materia de debate y el triunfo saca a los rojillos del descenso, pero esto aventura dientes de sierra.
