Sueños de Olimpia

Vinícius llora por un público maleducado

El futbolista brasileño del Real Madrid, Vinícius José Paixáo de Oliveira Junior.
photo_camera El futbolista brasileño del Real Madrid, Vinícius José Paixáo de Oliveira Junior.

El fabuloso futbolista del Real Madrid acaparó la atención mundial durante la presentación del partido amistoso contra el racismo entre España y Brasil, disputado en Madrid la semana pasada. El brasileño lloró ante los periodistas mientras reflexionaba sobre los insultos -racistas y no racistas- que sufrió en algunos estadios.

Es un tema sobre el cual ya escribimos hace unos meses. ¿Está mal insultar a Vinícius en un estadio? Está fatal, sea a Vinícius o a cualquier otro. ¿Se le insulta por ser negro? Se le insulta por ser un rival. Si fuese sudamericano, calvo, bajito, pasado de peso o extremadamente peinado le gritarían otras cosas.

¿Todos los negros sufren este acoso en el fútbol español? Salvo lamentables casos puntuales, no. En el propio Real Madrid, compañeros como Rodrygo, Militao, Camavinga o Bellingham no sufren la misma inquina que Vinícius.

¿Por qué entonces se ceban con él? El origen se remonta a la excesiva contundencia de algunos defensores con el brasileño. Vinícius tiene problemas para gestionar estos inconvenientes del juego, pierde los papeles y se encara, primero con el rival y después contra el público.

Esa tensión se desbordó la temporada pasada en Valencia, incrementada por los medios, clubes y el botarate de Tebas, el presidente de la Liga. La bola no dejó de crecer, convirtiéndole en la diana perfecta de los aficionados ultras de cada equipo.

¿Es la afición española racista? Es como la mayoría. Auspiciada por la masa, en un momento determinado de la competición pierde los papeles y muestra su lado más troglodita. Si con ello consigune desestabilizar al rival, en este caso a Vinícius, lo repetirán una y mil veces.

Corrupción, extorsión… y lo peor, un beso

Pedro Sánchez y Luis Rubiales conversan amigablemente, antes del beso.
Pedro Sánchez y Luis Rubiales conversan amigablemente, antes del beso.

De no ser por el empeño del medio digital ‘El Confidencial’ y la torpeza del propio del expresidente Luis Rubiales, es muy posible que hoy este individuo seguiría al frente de la Federación Española de Fútbol.

La investigación periodística destapó un monumental entramado. La fiscalía anticorrupción se vio obligada a intervenir, hace más de un año. Por ello, la semana pasada una unidad especial de la Guardia Civil detuvo a siete miembros del equipo de Rubiales, registrando la sede federativa y el domicilio del expresidente, quien se encontraba “ganándome la vida” en el Caribe.

De momento, se acusa a Rubiales de todo tipo de corruptelas, a pequeña o gran escala. Desde desviar fondos de la entidad para sus vicios personales, a conceder las obras del estadio La Cartuja a una empresa que resulta ser la de un colega de su equipo. Así como desarrollar actividades diversas en China o el bochornoso contrato de la Supercopa con la dictadura saudí, con el amigo Geri de intermediario.

¿Nadie le paraba los pies? Existía una comisión interna de Ética, dirigida por la catedrática de la Complutense, Araceli Mangas. Nadie hacía caso a sus recomendaciones y se le pidió que no molestase.

Según la información periodística, Rubiales tenía hilo directo con Pedro Sánchez, nada menos. Y manga ancha para perpetrar su mayor hazaña. El Mundial 2030 junto a nuestra dictadura favorita, Marruecos. De entrada, la fiesta nos va a costar 1.500 millones de euros.

Si este personaje va a la cárcel por un beso impropio, pero su corrupta gestión no es motivo de prisión ni se puede cancelar por el bien común y la imagen internacional, este país no tiene remedio.

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