El Domingo Oleiro cerró el fin de semana más tradicional del Entroido de Xinzo

Medio centenar de personas se dio cita en el casco antiguo de Xinzo  para jugar con las "olas" elaboradas en Niñodaguia en una nueva cita del carnaval ourensano

Xinzo de Limia cumplió con el segundo fin de semana más tradicional de su ciclo “entroideiro”: El Domingo Oleiro, una cita de este carnaval limiano para jugar, pagar alguna que otra ronda y liberar tensiones -pisar los restos de barro cocido que quedan esparcidos por la Praza Maior se convierte, cada año, en pasatiempo para niños y mayores-. 

Como el encendido de los “fachóns”, que rememora los tiempos de antaño en los que estas antorchas de paja se empleaban para iluminar las noches en el rural de A Limia, el Oleiro tiene también un sentido histórico.

Tal y como recuerda Camilo Vila, miembro de la comisión, quienes utilizaban las vasijas de barro como las que ayer volaban de un lado a otro en Xinzo, eran las mujeres, que iban a llenarlas de agua a las fuentes o a los ríos de la zona. “As olas que se ían gastando ao longo do ano ou que se rompían un pouquiño conservábanse”, explica Vila. “Os rapaces tiñan que conseguir que as mulleres llas cederan para esta festa. Era un xeito de darlle outro uso, neste caso, festivo”, añade. 

Por aquel entonces, era habitual que solo fueran hombres los que jugaran a pasarse las “olas”. Hoy, décadas después, esto ha cambiado, y en la villa limiana hombres, mujeres, niños y niñas, disfrutan de esta especial tradición. 

Este domingo, los primeros en probar suerte eran los más pequeños. El Oleiro infantil arrancaba al filo de la media mañana con una Praza Maior a la que dificilmente se podía acceder. Centenares de personas rodeaban las distintas zonas delimitadas, con vallas, para el juego. Algunas “olas” tenían premio: caramelos o confetti. Los padres aprovechaban para inmortalizar a sus pequeños, los futuros jugadores del Oleiro adulto. Y es que en Xinzo, la tradición “entroideira” se vive siempre desde la infancia y este es el secreto para que logre perpetuarse durante décadas.  

Por la tarde llegaba el turno para los mayores. El Oleiro se desarrollaba entre la Praza Maior y las distintas calles del casco antiguo limiano. Alguno no se libraba de pagar una ronda a los amigos si al tratar de recibir la “ola” ésta terminaba en el suelo.  

Alrededor de medio centenar de jugadores probaron suerte en los diferentes grupos de juego. Algunos entraban y otros salían para favorecer la participación de los presentes antes de que se rompiesen las cerca de 200 “olas” elaboradas en Niñodaguia para los adultos -para los niños fueron unas 60-. 

La siguiente cita del Entroido limiano será la Noite de Corredoiro, el próximo sábado, antesala del Domingo Corredoiro, primer día de salida de las Pantallas.

VÍTORES Y APLAUSOS PARA LOS JUGADORES INFANTILES

El sol y las temperaturas agradables también favorecieron que la Praza Maior de Xinzo se llenase desde la mañana. Los niños eran los primeros en llegar, vestidos como manda la tradición para un fin de semana como el del Oleiro: ropa antigua y típica de principios del siglo XX. Alguno también se llevaba su propia “ola” de cartón. En tres grupos -de tres a cinco años; de seis a nueve y de nueve en adelante-, con alrededor de una quincena de niños cada uno, los pequeños disputaron el juego entre vítores y aplausos de los presentes. Durante el juego infantil, y también en el turno correspondiente a los adultos, la música tradicional no cesó. A última hora de la tarde, el grupo Rebulir ofreció una “foliada” en la propia Praza Maior. 

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