Al llegar a Trellerma, un meco recibe al conductor. De hecho, lo reciben varios: un motorista y una novia también presiden la entrada de este núcleo rural de Toén. La invasión del Entroido la llevan a cabo militares, borrachos, mecánicos o una abuelita con su cabra, entre otros personajes hechos con retranca.
Olga y Ana, vecinas de Trellerma, explican que “todo surgió tomando un café”. En un principio, la idea era hacer unos cuatro mecos. Sin embargo, cuando los vecinos se unieron para elaborarlos, cogieron carrerilla y acabaron fabricando más de veinte. Pueblan cada esquina del pueblo. Uno de ellos tiene hasta moto: “La vimos en internet, y como tenemos un vecino manitas…”.
En la marquesina, dos mequiños esperan con ansia el autobús. “El chico que conducía pensó que había niños nuevos”, comenta Ana entre risas. En Trellerma hay 74 personas censadas, pero según dice, solo viven poco más de una treintena de vecinos. En el rural faltará población, pero para disfrutar el Entroido no es un obstáculo.