EURO

Titanes del siglo XXI

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photo_camera La masiva utilización de dispositivos móviles, primera víctima de la guerra comercial.

Estos días se ha vuelto más evidente el grave conflicto que se viene gestando entre Estados Unidos y China. Son hoy las economías más poderosas del planeta y el conflicto está lejos por ahora de tener un claro perdedor.

Hace unos días, en nuestro anterior análisis, hablábamos sobre la guerra comercial entre Estados Unidos y China como uno de los factores clave que podían incidir en la situación de desaceleración de la economía mundial. Esta semana millones de personas han quedado mirando con asombro hacia sus móviles Huawei. ¿El motivo? El estallido de las sanciones norteamericanas al gigante tecnológico chino por presunto espionaje. 

El movimiento de las piezas en el tablero invitan a mantener la cautela. De hecho, nuestra invitación al optimismo en nuestro anterior artículo sigue sin estar desorientada. La situación va demostrando que las cosas no son tan fáciles para ninguno de los dos titanes económicos. 

De hecho, si hablamos sobre la confianza que mueve a los mercados, como es natural, las ventas de los nuevos equipos Huawei se han estancado. No obstante, nadie ha salido corriendo desesperado a deshacerse de sus preciados equipos ya comprados. 

¿No notan un cambio de actitud? El consumidor de hoy no es el mismo de los años 50 u 80. Los avances en los mecanismos de control y protección del usuario evidencian que hubo un avance. En el siglo pasado el pánico se habría desatado. 

Después de todo, el asunto de la globalización (que se ha llegado a ver como una ventaja sólo apta para las multinacionales) puede estar presionando para que millones y millones de usuarios en todo el mundo puedan observar la inesperada batalla tecnológica con cierta distancia. 

El asunto va más allá de los móviles y otros dispositivos, la verdad es que cientos de millones de equipos y sistemas de telecomunicaciones incorporan componentes del gigante chino en sus mecanismos. Esto solo aumenta la presión sobre el problema. ¿Qué puede pasar en la economía mundial? Lo que puede ocurrir es un efecto en cascada. Al final las relaciones de intercambio comercial de software y componentes y productos del hardware son tales, que esta misma estructura de interdependencia se convierte en una salvaguarda para los intereses de los consumidores. 

Las repercusiones del castigo no han comenzado a manifestarse, pero lo cierto es que en China la situación está preocupando y mucho. Sin embargo, en Silicon Valley, el paraíso tecnológico norteamericano, no están tampoco cantando victoria. Muchos de los componentes de sus equipos y dispositivos se fabrican en China. Esto puede generar un efecto boomerang de impredecibles consecuencias. Tres meses de prórroga en la adopción de las medidas están allí para corroborarlo. 

Por lo pronto el presidente norteamericano, Donald Trump, tomó esta medida cumpliendo su promesa de proteger la economía del país. En el medio está Europa, mercado gigantesco para los dos centros económicos, pero sobre todo, para el crecimiento exponencial de los móviles Huawei en el mundo. 

Curiosamente todo este enfrentamiento no afecta ni a los Estados Unidos donde la penetración del gigante chino hasta ahora ha sido mínima; ni en la propia China, donde desde hace mucho tiempo funcionan con un ecosistema de sistemas operativos y app desconectadas del imperativo de Google. 


Posibles consecuencias


Es inevitable ya que el gigante chino pierda seriamente sus opciones de aumentar el control del mercado de móviles y tablets en el corto plazo. Pero los cambios en los mercados económicos se producen a velocidad de vértigo y el mercado se ha puesto a prueba. Más de 360 millones de móviles en el mundo son de Huawei.  ¿Va a reaccionar el mundo, preocupado por sus datos y sus equipos abriéndose a nuevas aplicaciones? ¿Habrá en el mediano plazo una alternativa a los sistemas operativos para móviles existentes, los actuales Android (Google) e iOS (Apple)? Huawei viene trabajando en su propio sistema operativo desde 2012. 

Parece una guerra en la que cuentan mucho los tiempos. Depende de qué tan deprisa China ofrece la solución a sus usuarios, y qué tan rápido las empresas norteamericanas aprovechan la caída de las ventas del gigante asiático. Los usuarios, en especial los europeos, deben pertrecharse para echar mano de sus derechos. 

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