Lucía Jiménez en el Foro La Región: “Los cuidadores tienen derecho a un mal día”
CUIDADORES DE PERSONAS CON DEMENCIA
La psicóloga Lucía Jiménez, protagonizó el Foro La Región sobre "Las emociones y el autocuidado en cuidadores de personas con demencia". Recordamos sus palabras, este sábado, Día Internacional contra el Alzhéimer
La psicóloga y profesora Lucía Jiménez Gonzalo fue la protagonista de la conferencia “Emociones y autocuidado en cuidadores de personas con demencia”, una conferencia del nuevo curso del Foro La Región que tuvo lugar en el Centro Cultural Marcos Valcárcel, y que conmemoraba el Día Mundial del Alzhéimer, que se celebra mañana. En la charla también estuvo presente Noa Gallego, trabajadora social de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer (Afaor), quien introdujo a la ponente. En la ponencia se adentraron en el mundo emocional de los cuidadores, una labor “compleja” en palabras de Gallego.
Jiménez es miembro de un grupo de investigación llamado “Cuidemos”, donde llevan años estudiando el efecto que tiene cuidar de un ser querido sobre la salud física y psicológica de las personas cuidadoras. Ella quiso centrarse en las emociones y estrategias de autocuidado de aquellas personas a cargo de un ser enfermo. “La demencia es un trastorno muy complejo, degenerativo, en el que tenemos que cambiar las estrategias a medida que la enfermedad avanza, siendo está impredecible”. Según la psicóloga, los cuidadores invierten de media entre 60 y 65 horas semanales en tareas relacionadas con el cuidado, lo que provoca consecuencias a nivel social, familiar y económico, además de graves consecuencias para la salud física y psicológica.
Una persona a cargo de alguien con demencia pasa entre 60 y 65 horas semanales en tareas relacionadas con el cuidado
La profesora explicó la trayectoria del cuidado como una carrera de fondo, desde el inicio de la enfermedad hasta que el alzhéimer se va agudizando. “A lo largo de este camino van apareciendo diferentes sentimientos como culpa, ambivalencia, ansiedad, depresión, el duelo anticipado, pero también tenemos mucho amor por esa persona y de autorrealización”, contó.
Así, incidió en la forma en la que observar a la persona con demencia, una interacción que no se produce únicamente por la enfermedad sino desde el lugar en el que percibe el entorno. Abordaron otros aspectos como el estrés a consecuencia de una situación que la persona es incapaz de tolerar -excesivo ruido, luz, mucha gente- y donde aparecen síntomas debido a esa falta de gestión. “La buena noticia es que podemos trabajar en el ambiente para reducir el estrés”, explicó la ponente.
“Lo más importante es ser consciente de que no lo vamos a hacer perfecto nunca, por mucho que queramos y cambiemos de estrategia. Tenemos derecho a tener un mal día o perder los nervios”, incidió Jiménez, valorando el trabajo de los cuidadores e instándolos a valorar la importancia de delegar en determinadas situaciones.
La profesora se adentró en el tema comunicativo donde destacó que “no es solo lo que se dice con palabras”, sino que importa todo lo gestual. “La persona con demencia nunca pierde la capacidad de entender un buen gesto, una mirada, una sonrisa o un abrazo”, señaló.
En la ponencia no solo se habló del cuidado hacia las personas con demencia, sino también a los “cuidados al cuidador”. Al principio el cuidador se enfrenta a una situación desconocida y “en esta vorágine de todas esas cosas que tenemos que hacer en la vida toca asumir roles que quizá nunca habíamos pensado desarrollar”, explicó.
“Muchas veces nos encontramos solos o incomprendidos”, contó Jiménez, quien equiparó la labor del cuidador con la maratón de Nueva York, unas subidas y bajadas que representan una carrera de fondo. “Aunque solo sea por la idea de querer cuidar lo mejor posible, tenemos que cuidarnos para no quemarnos”. Uno de los autocuidados que planteó es el diálogo interno, la forma en la que nos hablamos a nosotros mismos. También el cuidar la dieta, el descanso y relacionarse con más gente para expresar lo que está pasando: “Si tenemos barreras de pensamiento antes es muy difícil plantear el autocuidado”. Durante el desarrollo de una persona en su tarea como cuidadora aparecen “pensamientos bombilla”, como “si lo quiero pedir no lo vale”, “yo puedo solo”, unas reflexiones que no son ciertas y que dificultan el delegar.
“Cuidar de un ser con demencia es un acto de amor. Pero, para poder cuidar de los demás lo primero que tenemos que hacer es cuidar de nosotros mismos. Vuestra salud y bienestar es igual de importante que el de la otra persona”, concluyó Jiménez.
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