Rafael Dávila: "La tecnología le ha dado a Ucrania posibilidades de ganar la guerra"

El general de división Rafael Dávila Álvarez.
photo_camera El general de división Rafael Dávila Álvarez.

Rafael Dávila es militar, general de división

Rafael Dávila Álvarez (Madrid, 1947) es un militar retirado, general de división, que en su último libro, “El nuevo arte de la guerra”, se ha sumergido en las profundidades filosóficas de una realidad que ha acompañado al ser humano desde el principio de los tiempos. El general Dávila disecciona cada una de las partes para acabar sacando sus propias conclusiones. Dávila será el próximo ponente del Foro La Región, que se celebrará el jueves 10, a las 20,30 horas, en el centro cultural Marcos Valcárcel.

¿Qué es la guerra a nivel militar y a nivel civil?

Desde el punto de vista civil, la guerra es la vida. Gabriel Albiac lo define muy bien en el prólogo del libro, un libro en el que he tratado de contar el alma de la guerra. No es un libro que hable de batallas concretas, sino que hace una reflexión filosófica sobre la guerra. Al fin y al cabo, la historia del ser humano es la historia de la guerra. Si se analizan los años de paz y de guerra desde dos mil años antes de Jesucristo, la paz es solo una transición entre guerras. Y además, ésta es intrínseca al ser humano. Desde el punto de vista militar, es algo muy complejo, porque ahora la guerra se ha convertido en algo muy ligado a la ciencia y a la técnica. Por eso creo que los militares ya no tienen el protagonismo que tenían antes y los generales son muy tecnócratas.

¿Cree que la guerra es intrínseca al ser humano?

Sí. Además, muchas veces para vivir uno hay que destruir al otro. Freud decía que la destrucción está íntimamente ligada a la procreación. Todos creíamos que la educación acabaría con las guerras después de la Segunda Guerra Mundial. Por eso en mi libro he querido contar el aspecto filosófico de la guerra, pero en un lenguaje que lo entienda todo el mundo.

¿Algún día se acabarán las guerras?

La experiencia es mala y los conflictos que tenemos y que vemos a diario son peores. Cada vez hay más distancia física en las batallas. Pasamos de pelear con los brazos a controlar “maquinitas” que controlan armas, por lo que hay una desvinculación emocional y esto es terrible.

¿Dónde está el futuro de la guerra, en los ordenadores o en las armas?

Los generales casi están pasando a un segundo plano, porque realmente son la ciencia y la técnica las que están manejando la guerra. Ucrania es un laboratorio de la guerra. Una cosa que puedo asegurar es que en el campo de batalla lo que se ve es pura tecnología y nadie cuando empezó la guerra suponía que, ni siquiera casualmente, Ucrania pudiese vencer en esta guerra porque la diferencia teórica era gigante. No digo que vaya ganando, pero sí está en una situación “ventajosa”. Además, no sabemos si se ha probado ya toda la tecnología que existe.

¿Ha cambiado la guerra de Ucrania el paradigma de las guerras?

Absolutamente. Ha cambiado y no. Estamos mezclando la guerra vieja y la nueva, mezclando frentes estabilizados y alta tecnología, que es lo que le está dando oportunidades a Ucrania. Eso sí, la victoria la dará la tecnología, bajo mi punto de vista. Pero ojo, Ucrania está dando un ejemplo al mundo de lo que es la voluntad. De hacer el firme propósito de defender su libertad, que es la mejor arma que tenemos contra el totalitarismo.

Una unidad que parece que se está rompiendo en el otro bando. ¿O es anecdótico?

Ahí se da una dicotomía. Podría ser que hagan caer a Putin para bien o para mal. Si cae Putin no sabemos si cae a mejor o peor. Carl von Clausewitz dijo que la guerra es la continuación de la política por otros medios. Yo diría que no es la continuación de la política, sino de la economía. Hoy en día lo que se está jugando en el mundo entero es un factor fundamental de la economía, de la hegemonía en este ámbito de las potencias. Y en esto un ejemplo tremendo es China que, poco a poco, va avanzando.

¿Han sido decisivas, en este sentido, las sanciones económicas contra Rusia?

Lo que aquí está en juego es la economía y hay que tener cuidado con la unidad de Europa. La postura de los Estados Unidos de América, que son los que están haciendo la guerra contra Rusia; y Europa debe de mantener esa unidad y no se está consiguiendo porque nada tiene que ver un polaco con un portugués, aunque todos vayamos a sufrir las consecuencias de la guerra. No tenemos un ejército europeo, por ejemplo. Borrell decía hace unos días que hasta ahora la seguridad la hemos basado en los norteamericanos y nuestro progreso y comodidad en China y Rusia, y ese mundo hoy ya no existe.

¿Es ahora el dominio económico más importante que el dominio territorial?

Para los que piensan que esto es un mundo bipolar entre Estados Unidos y China, Putin está intentando decir: “Aquí está Rusia”. La pretensión inicial de Rusia era dominar el mar, porque casi no tiene salidas. Ellos querían el mar caliente, el Mediterráneo, al que se sale por el mar de Azov, que tras pasarlo tiene un aliado para salir al Mediterráneo, Turquía, que es miembro de la OTAN. Aquí también hay una gran lucha entre democracias y totalitarismos, esto es fundamental subrayarlo.

¿Ve una salida próxima a esta guerra?

En este momento no. A mí me ha llamado mucho la atención que no haya habido ni el más mínimo paso hacia una negociación. Había una situación complejísima en Yugoslavia y surgieron los acuerdos de Dayton. Tiene que haber un primer paso, una mínima voluntad, y esto no se ve por ningún lado. Putin no ha iniciado todo este lío para retirarse y pedir perdón. Por otro lado, cada vez hay más amenazas, como Bielorrusia. Hay que dar un primer paso.

¿Cree que en la guerra hay vencedores y vencidos? ¿O todo el mundo pierde?

Pierde absolutamente todo el mundo. Jamás hay vencedores ni vencidos. Sin embargo, pisando tierra, ahora mismo, ¿quiénes son los perdedores? El primero es el pueblo ucraniano. Pero también está perdiendo Rusia. Y también Europa, aunque a Europa podría servirle de vacuna para que reaccione. Por otra parte, claro que hay ganadores. A China en el fondo no le viene mal del todo. Ni a Estados Unidos.

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