El Camino de Santiago, cancelado

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Los peregrinos parecen haber entendido el mensaje y desde las primeras horas de la alerta los trayectos han quedado vacíos

No son días para caminar por devoción, sino por estricta subsistencia. Los peregrinos entendieron el mensaje desde las primeras horas de la alerta y el Camino de Santiago se vació a ritmo acelerado. En la actualidad casi podría resumirse en un "cancelado".

La proliferación de deseosos por llegar a Santiago de Compostela de países distantes no suele ser demasiado notoria en la antesala de la primavera, factor que ha favorecido el retorno a los puntos de origen de los caminantes en general, pero que no ha evitado la llegada de algunos despistados e incluso de otros totalmente perdidos y confusos.

El Camino Inglés, por ejemplo, tiene en Ferrol su punto más septentrional y en la cercana villa de Neda su primer albergue. Allí, el alcalde de este municipio de algo más de 5.000 habitantes, Ángel Alvariño, relata que el establecimiento está "cerrado desde el primer día": el 13 de marzo, horas antes del decreto que estipuló la clausura de comercio y hostelería en Galicia, lo cerraron por la mañana "por problemas sanitarios".

El regidor admite que han apelado desde el "minuto uno" a la prudencia para evitar contagios y agradece, si puede decirse de ese modo, puntualiza, que la medida haya coincidido en la zona con "meses muy bajos, de un par de personas o tres cada fin de semana, nada más; porque a partir de abril sí que ya comenzarían a llegar" en masa.

El Gobierno autonómico cerró todos los albergues bajo su control la pasada semana y estableció, asimismo, algunas medidas de auxilio.

Implementó el complejo ubicado en el Monte do Gozo compostelano un servicio provisional para aquellos a los que las restricciones les hubiesen sorprendido en pleno tránsito.

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Esa vía de escape quedó abierta en efecto para todas las personas sin opciones rápidas para pernoctar o volver a casa, al pasar la llave los 70 inmuebles y las 3.000 plazas de la red pública, la que se usa habitualmente. No hubo solicitudes. Todos han podido resolver por sus medios.

La estampa del emblemático Obradoiro vacío o con pocos presentes más allá de efectivos de seguridad impacta a cualquiera estos días, ya sea a través de lo publicado por los residentes cercanos o vía las imágenes que los habitantes de otras ciudades o foráneos divisan en los medios de comunicación.

La catedral, hoy cerrada a cal y canto, aguarda, como muchos otros monumentos, por tiempos mejores.

La Federación de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago tuvo siempre clara la consigna: "Peregrino, este no es el momento".

La entidad reclamó desde el comienzo de la crisis sanitaria del COVID-19 ayuda para el retorno de los peregrinos a sus residencias españolas o del extranjero.

Y una activa campaña permitió respaldar a los, por suerte, relativamente pocos visitantes sobresaltados por el decreto.

Pontevedra, o la delicada frontera de Tui con Portugal han sido zonas con ejemplos de peregrinos en tránsito. Algunos de ellos han tenido que recurrir al avión desde Oporto para dejar atrás la experiencia frustrada y replegarse en el sitio encomendado: sus domicilios.

El gran foco de atracción turística de Galicia, que mira de reojo al Xacobeo del 2021, puede esperar.

 

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