Caminha es una histórica villa, capital del municipio que baña el Miño en su último tramo por el lado portugués. Su oferta gastronómica es nutrida y no son pocos los restaurantes que en verano se llenan de turistas. Ahora, en invierno, la cosa suele estar mucho más floja, especialmente durante la semana. Salvo en uno: A Cova da Onça.
¿Su secreto? El precio. Tiene el aspecto de una antigua casa de comidas, casi una taberna con mesas que en ocasiones se comparten con otros comensales porque, naturalmente, se llena, principalmente de clientes locales y algún que otro turista. Ofrece un menú que cambia cada día de la semana. Los viernes (sexta feira en portugués), hay “bacalhao frito con batata frita e molho de cebolada” que es el que se ve en la fotografía. Se acompaña el plato con una jarrita de Vinho Verde blanco de la casa per cápita, aproximadamente media botella y todo por ¡ocho euros!
Además del ambiente rústico y sobrio, la clave de sus precios populares se basan no en bajar la calidad del bacalao, sino en utilizar las partes menos nobles pero igualmente sabrosas: las alas, la zona de la cola… los lomos se van a los otros restaurantes en los que se paga 17 euros por media ración (media portuguesa, una española). Hay limpieza, el servicio es rápido y atento y el precio resulta inmejorable. Eso sí, es un establecimiento sin más pretensiones y es mejor ir temprano, preferiblemente, un viernes.
