Análisis

Adiós a Citroën: golpes bajos, reproches y un apocalipsis que solo ven los del doble chevrón

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La decisión de Citroën ha abierto heridas y creado polémica sobre una situación que es lícita en cualquier proyecto de una firma

Citroën se marcha del Mundial, drama, aunque no tanto. Lo han hecho otras marcas y muchas otras lo harán. Mitsubishi, Subaru, Suzuki o Skoda dejaron el campeonato del Mundo en los últimos tiempos, pero jamás con el esperpento en forma de idas y venidas a través de comunicados y entrevistas que han hecho los galos.

Cualquiera que haya seguido con cierta regularidad el Campeonato del Mundo de Rallys habrá visto que la relación entre Sébastien Ogier y la firma del doble chevrón siempre ha pasado por altibajos, casi como un matrimonio que se entiende por conveniencia. Su abrupta salida en la primera etapa del galo en el WRC ha tenido una continuación todavía más surrealista con los hechos y palabras de los últimos meses que han desencadenado lo que se está viviendo en las últimas jornadas.

El tweet de la esposa de Ogier en Cataluña (borrado posteriormente), el silencio de la marca a los rumores en torno a su posible abandono o los cantos de sirena de Toyota (el nuevo hogar del campeón del mundo para 2020) han convertido la 'silly season', la pretemporada de toda la vida, en un culebrón malo y con un final al más puro estilo de una película de primera hora de la tarde del sábado.

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Acusar a Ogier de la cancelación del proyecto es un golpe bajo e innecesario, más cuando el desarrollo del C3 WRC ha sido lento y errático en el desarrollo desde su nacimiento. Es cierto que ha ganado tres rallys este año (con doblete en Turquía incluido), pero quizá el éxito parcial ha sido más producto de una alineación de los astros que del potencial de una unidad que ha ido varios pasos por detrás de sus rivales en muchos puntos de 2019 (sin contar en 2018).

Es de suponer que desde Citroën han intentado convencer a Sébastien Ogier de la capacidad de la firma para sobreponerse a la falta de competitividad, especialmente mostrando al mundo una evolución aerodinámica que no saldrá finalmente a la luz. También es lógico que el asiento de Toyota es el caramelo más apetecible (no el único, ya que M-Sport sigue en el ajo), especialmente si se lee entre líneas con la entrada de Japón como prueba mundialista y el firme deseo de los directivos de la firma en hacer un doblete en 2020.

Pierre Budar, en declaraciones a un medio belga ha afirmado que han contactado con Neuville para ofrecerle un contrato, pero que la falta de continuidad y un proyecto a largo plazo le han impedido convencerlo, buena muestra de la patente desidia de un equipo que iba a dejar el Mundial sucediese lo que sucediese con el antiguo campeón.

Con todo, también resulta curioso a través de las palabras de Citroën, el desprecio patente hacia el resto de pilotos del Campeonato del Mundo. Su 'sin Ogier, el desastre' es un insulto a los Esapekka Lappi, Andreas Mikkelsen, Teemu Suninen, Kris Meeke o Jari Matti Latvala, todos ellos con posibilidad de recalar en la marca y con opciones de victoria. ¿Se olvida acaso el grupo PSA de que Mikkelsen hace unos años era una de las grandes promesas del automovilismo mundial o de que Lappi ha sido capaz de rodar en tiempos de Ogier en muchos rallys de esta temporada?

Por eso, al margen del peculiar carácter del siempre complicado Ogier (pasarán a la historia sus respuestas y reacciones cuando los errores no eran suyos, no solo en Citroën, también en Ford y Vw) y de la rotunda afirmación a través de Autosport que realiza el galo con respecto al desarrollo del coche, resulta triste realizar una despedida a una marca que ha sido tanto en el Mundial de rallys como es Citroën. Ahora, a rey muerto, rey puesto. La pelota para evitar descafeinar el Campeonato del Mundo de Rallys a medio plazo está en el tejado de la FIA, que tiene por delante el papelón de implicar a nuevas firmas para que el nuevo 'Mundial Híbrido' tenga éxito. El tiempo corre.

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